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3er Domingo del Tiempo Ordinario

Del Evangelio según San Marcos 1, 14-20

Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:

– Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia.

Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.

Jesús les dijo:

– Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Lectura orante del Evangelio en clave teresiana

“Mirad que convida el Señor a todos” (Camino 19,15).   

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio.Comenzamos la oración abriéndonos sin temor a la acción del Espíritu Santo. Él nos pone ante Jesús, nos deja con Jesús para que estemos y hablemos con Él, “el amigo verdadero” que sale “sin espantarse” a anunciar el Evangelio a pesar de que han encarcelado la voz del profeta. En este momento podemos tener delante un rostro de Jesús: “Quisiera yo siempre traer delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no podía traerle tan esculpido en mi alma como yo quisiera” (V 22,4). El amor de Jesús nos motiva, nos alienta para vivir el gozo del Evangelio y salir a anunciarlo. Si algo nos paraliza por dentro, nos conviene escuchar lo que le dijo Jesús a Teresa: “Diles (a todos tus miedos)… que si podrán por ventura atarme las manos” (R 19). Como Jesús conoce nuestra falta de audacia para proclamar hoy el Evangelio “nos ayuda con palabras y con obras… nos da aliento. Sea por todo alabado” (F 31,4). 

‘Está cerca el Reino de Dios’.Jesús está cerca de nosotros, nos regala su mirada, “vuelve a cautivarnos una y otra vez” (Papa Francisco). Teresa nos invita a despertar esta presencia, una y otra vez: “Si os acostumbráis a traerle (cerca de vosotros) y Él ve que lo hacéis con amor… no le podréis echar de vosotros” (C 26,1); “Procurad representar a Cristo dentro de vosotros” (V 9,4), pues “no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros” (V 22,6), siempre está haciéndonos “llamamientos… para que nos acerquemos a Él” (2M 2). Su Reino es “un tesoro de vida y amor que no puede engañar” (Papa Francisco). Nada está más cerca de nosotros que su amor. “Si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil” (V 22,14).

‘Convertíos y creed en el Evangelio’.Nos detenemos en estas palabras de Jesús, que “llenan de alegría el corazón y la vida entera” (Papa Francisco). ‘Convertíos’, ‘fiaos de Mí’. “¡Oh Señor mío, que si de veras te conociésemos, no se nos daría nada de nada, porque dais mucho a los que del todo se quieren fiar de Ti!” (C 29,3). ‘Creed en el Evangelio’, “creed de Dios mucho más y más” (5M 1,8). “Dejad a Dios hacer” (V 22,15), porque nosotros “somos tan tardíos de darnos del todo a Dios, que no acabamos de disponernos” (V 11,1). Nuestra conversión es cosa suya. “Fortaleced (nuestra) mi alma y disponedla primero, Bien de todos los bienes y Jesús mío, y ordenad luego modo cómo hagamos algo por Ti, que no hay ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada” (V 21,5).

Vio a Simón y a su hermano Andrés… Jesús les dijo: ‘Venid conmigo’.Ir por la vida con Jesús, ¡qué alegría! “¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?” (C 26,1). Buscarnos y encontrarnos en Él “es una dignidad tan grande que me regalo extrañamente en pensar en ella” (V 11,1). Nuestra oración ha sido un tiempo de gracia que termina en la entrega a Jesús de lo que somos: “Aquí está mi vida, aquí está mi honra y mi voluntad; todo os lo he dado, vuestra soy, disponed de mí conforme a la vuestra. Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo; mas llegada a Vos, no os apartando de mí, todo lo podré” (V 11,5). “Juntos andemos, Señor. Por donde fuereis, tengo de ir. Por donde pasareis, tengo de pasar” (C 26,6).

                                              Equipo CIPE

IR DETRÁS DE JESÚS

Cuando el Bautista fue detenido, Jesús vino a Galilea y comenzó a «proclamar la Buena Noticia de Dios». Según Marcos, no enseña propiamente una doctrina para que sus discípulos la aprendan y difundan correctamente. Jesús anuncia un acontecimiento que está ya ocurriendo. Él lo está ya viviendo y quiere compartir su experiencia con todos.

Marcos resume así su mensaje: «Se ha cumplido el plazo»: ya no hay que mirar hacia atrás. «Está cerca el reino de Dios»: pues quiere construir un mundo más humano. «Convertíos»: no podéis seguir como si nada estuviera ocurriendo; cambiad vuestra manera de pensar y de actuar. «Creed en esta Buena Noticia». Este proyecto de Dios es la mejor noticia que podéis escuchar.

Después de este solemne resumen, la primera actuación de Jesús es buscar colaboradores para llevar adelante su proyecto. Jesús va «pasando junto al lago de Galilea». Ha comenzado su camino. Es un profeta itinerante que busca seguidores para hacer con ellos un recorrido apasionante: vivir abriendo caminos al reino de Dios. No es un rabino sentado en su cátedra, que busca alumnos para formar una escuela religiosa. Ser cristiano no es aprender doctrinas, sino seguirle a Jesús en su proyecto de vida.

El que toma la iniciativa es siempre Jesús. Se acerca, fija su mirada en aquellos cuatro pescadores y los llama a dar una orientación nueva a sus vidas. Sin su intervención, no nace nunca un verdadero cristiano. Los creyentes hemos de vivir con más fe la presencia viva de Cristo y su mirada sobre cada uno de nosotros. Si no es él, ¿quién puede dar una nueva orientación a nuestras vidas?

Pero lo más decisivo es escuchar desde dentro su llamada: «Venid detrás de mí». No es tarea de un día. Escuchar esta llamada significa despertar la confianza en Jesús, reavivar nuestra adhesión personal a él, tener fe en su proyecto, identificarnos con su programa, reproducir en nosotros sus actitudes… y, de esta manera, ganar más personas para su proyecto.

Este podría ser hoy un buen lema para una comunidad cristiana: Ir detrás de Jesús. Ponerlo al frente de todos. Recordarlo cada domingo como el líder que va por delante de nosotros. Generar una nueva dinámica. Centrarlo todo en seguir más de cerca a Jesucristo. Nuestras comunidades cristianas se transformarían. La Iglesia sería diferente.

José Antonio Pagola

LA PERFECCIÓN NO ES UNA META A ALCANZAR

Seguimos con el evangelio de Marcos que vamos a leer durante todo este año. Es el primero que se escribió y tiene aún la frescura de los comienzos. Es el más conciso. No tiene grandes discursos de Jesús ni cuenta muchas parábolas. Le interesa sobre todo la vida cotidiana de Jesús. Su actitud vital para con los pobres y oprimidos es la verdadera salvación. Las curaciones y la expulsión de demonios, entendidos como liberación, son la clave para comprender el verdadero mensaje de salvación de este evangelio.

Cuando arrestaron a Juan. Quiere resaltar el evangelista que Jesús va a continuar la tarea del Bautista, pero a la vez, deja clara la diferencia. ¡Recordad! Los datos cronológicos no tienen importancia en la elaboración de un «evangelio». En el evangelio de Jn, después de haber narrado las relaciones de Jesús con Juan y el seguimiento de los primeros discípulos. Después de contarnos la boda en Caná, la purificación del templo y el encuentro con Nicodemo, nos dice que Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea y bautizaba allí, a la vez que Juan estaba también bautizando en otro lugar. Dice expresamente: esto ocurrió antes de que Juan fuese encarcelado.

Llegó Jesús a Galilea. Está claro que el evangelista quiere desligar la predicación de Jesús de toda connotación oficial. Lejos de las autoridades religiosas, lejos del templo y de todo lo que significaba ambas cosas. Galilea era tierra fronteriza y en gran parte habitada por gentiles. Esto para un judío era, de entrada, una descalificación.

Se puso a proclamar la «buena noticia» de parte de Dios. Había empezado él su evangelio diciendo que se trataba de exponer los orígenes de la «buena noticia de Jesús». Estos textos son los que dieron origen a la palabra «evangelio», cuyo género literario se inaugura con el escrito de Mc. Jesús no espera, como Juan, a que la gente venga a él.

Se ha cumplido (colmado) el kairos. En la fiesta de Año Nuevo, hablamos del significado de «Cronos» y «kairos». Aquí el texto dice kairos, es decir, se trata del tiempo oportuno para hacer algo definitivo. No es que algún cronos sea especial. Cualquier cronos lo podemos convertir en kairos si nuestra actitud vital es adecuada. El texto nos está recordando que todo los Kairos se han concentrado en el que ahora está presente.

Está apareciendo el Reino de Dios. Esta expresión es la clave de toda la predicación de Jesús. Hemos hablado cientos de veces del Reino. No se trata de que Dios reine. Se trata de que Dios se haga presente entre nosotros, gracias a las actitudes de los seres humanos. Jesús hace presente ese Reino, que es Dios, porque sus relaciones con los demás, basadas en el amor y la entrega, hacen surgir en cada instante a Dios. Dios es amor, de modo que está allí donde exista una verdadera empatía y compasión. Ese Reino está ya presente en Jesús que fue  capaz de hacer presente a Dios, amando.

¡Cambiad de mentalidad! La traducción oficinal, «convertíos», no expresa bien el sentido del texto, porque nosotros hemos inventado un concepto de conversión que no está en el original griego. Para nosotros convertirse es salir de una situación de pecado. En cambio lo que pide Jesús es una manera nueva de ver la realidad que no tiene por qué partir de una situación depravada. Es más, el cambio se exige como actitud que no de debe abandonarse nunca. «Metanoeite» significa cambia de rumbo, cambia de mentalidad, no significa hacer penitencia.

La llamada de los discípulos a continuación les obliga a hacer su personal cambio de rumbo (metanoya): «Dejan la barca y a su padre y le siguieron». Aquí debemos hacer todos, un serio examen de conciencia. Cuantas veces hemos descubierto nuestros fallos y nos hemos conformado con ir a confesarlos, pero no hemos cambiado el rumbo. ¿De qué puede servir toda esa parafernalia, si continuamos con la misma actitud?

Tened confianza en la buena noticia. La traducción oficial del griego «pisteuete» nos puede llevar a engaño. No se trata de creerla noticia, sino de confiar en que es buena noticia para nosotros. Tanto en el AT como en el nuevo, la fe no es el asentimiento a unas verdades, sino la confianza en una persona. Si la buena noticia que Jesús predica, viene de parte de Dios, podemos tener confianza plena en que es buena.

También debemos recordar que, por extraño que parezca, «euangelio» no significa «evangelio». Nosotros hemos colocado detrás de la palabra evangelio, un concepto muy concreto y preciso. Evangelio = uno de los escritos de las primeras comunidades donde intentan expresar lo que Jesús vivió y predicó. Hemos caído en un monumental fraude. Hemos confundido el estuche con la joya que debía contener. Aquí «euangelio» significa esa estupenda noticia que Jesús descubrió y nos comunicó de parte de Dios.

A la llamada de Jesús que acabamos de comentar, corresponden las primeras respuestas personales, de parte de unos simples pescadores sin preparación alguna, que se fiaron de Jesús. Es muy significativo que el primer instante de su andadura pública, Jesús cuenta con personas que le siguen de cerca y están dispuestas a compartir con él su manera de entender la vida. La comunidad, por muy reducida que sea es clave para poder emprender una vida cristiana.

El ser humano va aprendiendo a base de continuos errores y rectificaciones. Darse cuenta de que hemos emprendi­do un camino equivocado es la única manera de evitarlo. Cada vez que rechazamos un camino falso, nos estamos acercando al verdadero. Todos tenemos que convertirnos porque todos estamos haciéndonos. Convertirse es rectificar la dirección para que apunte mejor a la meta. Pecado en el AT era errar el blanco. Da por supuesto que intentas dar en el blanco, pero te has desviado. Somos flechas disparadas que tienden a desviase del blanco y que constantemente tienen que estar contrarrestando esas fuerzas que nos distorsionan.

Convertirse no es abandonar el mal por el bien, porque el mal y el bien en el ser humano, no se pueden separar nunca del todo. Para el maniqueísmo está todo demasiado claro: Son realidades distintas que deben estar separadas. Nunca hemos superado esa tentación. La realidad es muy distinta: ni el bien ni el mal se pueden dar químicamente puros. Siempre que trazamos una línea divisoria entre el bien y el mal, nos estamos equivocando. Lo que llamamos mal no tiene entidad propia, es solo ausencia de bien.

El mal (ausencia de perfección) no es un accidente, sino que pertenece a la misma estructura del hombre. Sin esa limitación, que hace posible el error, pero que también hace posible el crecimiento, no habría persona humana. La hondura del misterio del mal está precisamente ahí. Del mismo mal surge el bien, y el mal acompaña siempre al bien.

Con frecuencia necesitamos la advertencia de alguien que nos saque del error en que estamos. Aún con la mejor voluntad, podemos estar equivocados. Las mayores barbaridades de la historia se hicieron en nombre de Dios. En nombre del bien, ¡Cuanto mal! Estamos acostumbrados a pensar que la conversión es salir de una situación de pecado a otra en que no lo haya. Imposible. Aún caminando con la mejor voluntad meta, siempre estaremos necesitados de rectificar la dirección. Constantemente estamos emprendiendo sendas equivocadas que tenemos que abandonar. Tenemos que aprender de los errores. Como seres humanos, no tenemos otra manera de progresar.

Fray Marcos

Documentación:  Liturgia de la Palabra

Documentación:  Meditación

Documentación:  Plegarias

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