3º Domingo de Pascua

RECORDAR MÁS A JESÚS 

El relato de los discípulos de Emaús nos describe la experiencia vivida por dos seguidores de Jesús mientras caminan desde Jerusalén hacia la pequeña aldea de Emaús, a ocho kilómetros de distancia de la capital. El narrador lo hace con tal maestría que nos ayuda a reavivar también hoy nuestra fe en Cristo resucitado.
Dos discípulos de Jesús se alejan de Jerusalén abandonando el grupo de seguidores que se ha ido formando en torno a él. Muerto Jesús, el grupo se va deshaciendo. Sin él, no tiene sentido seguir reunidos. El sueño se ha desvanecido. Al morir Jesús, muere también la esperanza que había despertado en sus corazones. ¿No está sucediendo algo de esto en nuestras comunidades? ¿No estamos dejando morir la fe en Jesús?
Sin embargo, estos discípulos siguen hablando de Jesús. No lo pueden olvidar. Comentan lo sucedido. Tratan de buscarle algún sentido a lo que han vivido junto a él. «Mientras conversan, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos». Es el primer gesto del Resucitado. Los discípulos no son capaces de reconocerlo, pero Jesús ya está presente caminando junto a ellos, ¿No camina hoy Jesús veladamente junto a tantos creyentes que abandonan la Iglesia pero lo siguen recordando?
La intención del narrador es clara: Jesús se acerca cuando los discípulos lo recuerdan y hablan de él. Se hace presente allí donde se comenta su evangelio, donde hay interés por su mensaje, donde se conversa sobre su estilo de vida y su proyecto. ¿No está Jesús tan ausente entre nosotros porque hablamos poco de él?
Jesús está interesado en conversar con ellos: «¿Qué conversación es ésa que traéis mientras vais de camino?» No se impone revelándoles su identidad. Les pide que sigan contando su experiencia. Conversando con él, irán descubriendo su ceguera. Se les abrirán los ojos cuando, guiados por su palabra, hagan un recorrido interior. Es así. Si en la Iglesia hablamos más de Jesús y conversamos más con él, nuestra fe revivirá.
Los discípulos le hablan de sus expectativas y decepciones; Jesús les ayuda a ahondar en la identidad del Mesías crucificado. El corazón de los discípulos comienza a arder; sienten necesidad de que aquel «desconocido» se quede con ellos. Al celebrar la cena eucarística, se les abren los ojos y lo reconocen: ¡Jesús está con ellos!
Los cristianos hemos de recordar más a Jesús: citar sus palabras, comentar su estilo de vida, ahondar en su proyecto. Hemos de abrir más los ojos de nuestra fe y descubrirlo lleno de vida en nuestras eucaristías. Nadie ha de estar más presente. Jesús camina junto a nosotros.

José Antonio Pagola

Se puso a caminar con ellos

Cleofás, y el otro dicípulo, tu yo, nos hemos puesto en camino hoy una vez más. Y una vez más nuestra esperanza lucha por hacerse un hueco en nuestra realidad, en nuestros agobios, en nuestros problemas, en esa parte poco iluminada de nuestra vida que nos empeñamos en llamar «realidad» y que encoge nuestro corazón de tristeza, una tristeza que queremos sacudir y que ostinadamente se queda con nosotros.

Razonamos y alimentamos nuestros pesares, queremos forzar la esperanza, aumentamos las informaciones y «somos torpes» para interpertar su significado. 

Les explicó las Escrituras

¡Qué torpes sois para comprender y que cerrados estáis para creer lo que dijeron los profetas!… Y empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían de Él las Escrituras.

Escucho sus palabras mientras me pregunto, qué dice para mí la Escritura, cual es su Palabra hoy para mí. Si dejo que la Palabra ilumine mi vida, si dejo que mi vida sea iluminada por su Palabra, si voy pasando toda la información que poseo del pensamiento al corazón, si dejó que la Palabra sea mi Maestro y mi guía, sobre lo que conozco, algo en mí irá cambiando, no lo sabré poner nombre en este momento, quizá ni lo perciba, el camino se hace paso a paso, un paso cada vez, apenas sin darme cuenta del cambio de paisaje, de que la tarde va cayendo, …

Entonces le reconocieron

¡Quedate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo!…

La Palabra en el corazón actúa con el mismo actuar de quien la pronuncia, mis entrañas se mueven a la misericordia, a la acogida, a la com-pasión, al descubrimiento del otro como hermano, a compartir el pan y el vino, a celebrar la vida.

Cuando habla el corazón no hacen falta muchas explicaciones, hablan los gestos, habla la vida.

Jesús desapareció de su lado

¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escritutas?

Pasará la noche, y mañana volverás a encontrarlo cuando te hayas puesto en camino, cuando te dejes llenar de la vida que se te regala, cuando acoges al hermano que también hace tu camino; y Él volverá a estar en el sol y en el barro, en la llanura y la cuesta.

Y seguirá despierto tu anhelo de encontrarlo en cada paso y en cada entrega.

Regresaron a Jerusalén

Ellos contaron lo que les había ocurrido cuando iban de camino y como lo habían reconocido al partir el pan.

No es hora de quedarse «degustando» la experiencia con miedo a volver de nuevo a momentos más oscuros. Es hora de ponerse en camino, de ir a los hermanos, de compartir la vida que se te regala.

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