4º Domingo de Pascua

Domingo IV de Pascua        15 mayo 2011  

Evangelio de Juan 10, 1-10

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:

— Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

— Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, pero las ovejas no los escucharon.

Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

LA PUERTA

         Jesús propone a un grupo de fariseos un relato metafórico en el que critica con dureza a los dirigentes religiosos de Israel. La escena está tomada de la vida pastoril. El rebaño está recogido dentro de un aprisco, rodeado por un vallado o un pequeño muro, mientras un guarda vigila el acceso. Jesús centra precisamente su atención sobre esa «puerta» que permite llegar hasta las ovejas.

         Hay dos maneras de entrar en el redil. Todo depende de lo que uno pretenda hacer con el rebaño. Si alguien se acerca al redil y «no entra por la puerta», sino que salta «por otra parte», es evidente que no es el pastor. No viene a cuidar a su rebaño. Es «un extraño» que viene a «robar, matar y hacer daño».

         La actuación del verdadero pastor es muy diferente. Cuando se acerca al redil, «entra por la puerta», va llamando a las ovejas por su nombre y ellas atienden su voz. Las saca fuera y, cuando las ha reunido a todas, se pone a la cabeza y va caminando delante de ellas hacia los pastos donde se podrán alimentar. Las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.

         ¿Qué secreto se encierra en esa «puerta» que legitima a los verdaderos pastores que pasan por ella y que desenmascara a los extraños que entran «por otra parte», no para cuidar del rebaño sino para hacerle daño? Los fariseos no entienden de qué les está hablando aquel Maestro.

         Entonces Jesús les da la clave del relato: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas». Quienes entran por el camino abierto por Jesús y le siguen viviendo su evangelio, son verdaderos pastores: sabrán alimentar a la comunidad cristiana. Quienes entran en el redil dejando de lado a Jesús e ignorando su causa, son pastores extraños: harán daño al pueblo cristiano.

         En no pocas Iglesias estamos sufriendo todos mucho: los pastores y el pueblo de Dios. Las relaciones entre la Jerarquía y el pueblo cristiano se viven con frecuencia de manera recelosa, crispada y conflictiva: hay obispos que se sienten rechazados; hay sectores cristianos que sienten marginados.

         Sería demasiado fácil atribuirlo todo al autoritarismo abusivo de la Jerarquía o a la insumisión inaceptable de los fieles. La raíz es más profunda y compleja. Hemos creado una situación muy difícil. Hemos perdido la paz. Vamos a necesitar cada vez más a Jesús.

         Hemos de hacer crecer entre nosotros el respeto mutuo y la comunicación, el diálogo y la búsqueda sincera de verdad evangélica. Necesitamos respirar cuanto antes un clima más amable en la Iglesia. No saldremos de esta crisis si no volvemos todos al espíritu de Jesús. El es «la Puerta».

José Antonio Pagola

PASTOR Y PUERTA

Dado lo lejos que nos queda la imagen del pastora la mayoría de las sociedades del siglo XXI y no digamos a los habitantes de las grandes urbes y las sociedades industrializadas. Dado que la imagen del “pastor” y de las “ovejas” se ha ido contaminando a lo largo de la historia y más nos evoca la obediencia ciega que la confianza y el cuidado, este evangelio puede ser particularmente polémico si no se sitúa en el centro del mensaje del evangelista a su comunidad.

Junto al pastor, Juan nos presenta otras dos imágenes: la puerta y el redil.

Enseguida la PUERTA cobra una fuerza especial: por ella accede al REDIL, el PASTOR.   

Las ovejas conocen la voz de quien entra por la PUERTA, al REDIL, conocen la voz del PASTOR.

No solo el PASTOR se acerca al REDIL. Hay quien no entra por la PUERTA, son extraños, son salteadores, no buscan el bien de las ovejas y éstas se asustan al oír su voz

JESÚS, EL PASTOR: Muchos predicadores, maestros, sacerdotes había en tiempos de Jesús, (también los hubo antes, también los hay ahora), el Evangelio dice que sus contemporáneos notaron una diferencia entre Jesús y ellos, algo que les llamaba la atención, que les atraía: “enseñaba con autoridad”, su voz, su autoridad, como la voz del Principito para el Zorro, les llenaba de alegría y de confianza, no les hacía correr a “esconderse en la madriguera”“CONOCEN SU VOZ” 

JESÚS, LA PUERTA: Una puerta por la que se puede “entrar y salir”. Una puerta abierta que no impide la entrada, una puerta abierta que no impide la salida: “entrar y salir”. No habla de llaves, ni de privilegios a los unos o a los otros, no hay condiciones, ni horarios, ni amenazas. Habla de libertad, de confianza, de amor, de respeto, de crecimiento, de aprendizaje.

JESÚS ES EL PASTOR Y LA PUERTA desde su actuar, desde su vivir con la mirada puesta en el Padre, en su voluntad, en su misericordia, en su amor a la humanidad y ahora “vete y haz tú lo mismo”, que tu vida sea un desbordarse a favor de los demás desde la libertad, la confianza y el amor recibido del Padre. Regala VIDA porque eso es lo que has recibido como regalo VIDA EN PLENITUD y no me digas que nos es posible, Él va por delante y nos invita: VEN Y SÍGUEME.   

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