Del Evangelio de San Juan 10, 11-18
Yo soy el buen Pastor

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
– Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que al asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.

BUEN PASTOR DE TODO EL MUNDO
El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, por todas y cada una. El Buen Pastor es Cristo Resucitado. El Buen Pastor es el que nos “desenreda” de perder el centro, el sentido, el rumbo de nuestra existencia. El que realmente hace entrañable nuestro mundo, con forma de oveja, de ternura y corazón.
Al Buen Pastor le duelen sus ovejas, porque ha dado la vida por ellas. De ahí que no podamos quedarnos igual ante esta cultura del “descarte”, de números vacíos cuando no sentimos el dolor que sufren nuestros hermanos por todo el mundo.
¡Desenrédanos, Señor Jesús, Buen Pastor, del egoísmo y la pasividad, de no implicarnos en una fraternidad universal, según tu Corazón!
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
EL BUEN PASTOR DA LA VIDA POR LAS OVEJAS.
TÚ DAS TU VIDA POR MÍ
En las democracias actuales, podría parecer que los líderes, jefes y dirigentes actúan en favor de los pueblos, pues no se imponen como si fueran imprescindibles para la comunidad sino que son elegidos. Mas el asunto es algo más complejo. A lo largo de la historia se constata que las actitudes de éstos, inspiradas casi siempre en la voluntad de poder y de dominio, se van alejando paulatinamente de los principios fundamentales del Bien Común general y la convivencia respetuosa. ¿No son éstos capaces de llegar a acuerdos y recuperar el diálogo social que benefician mayormente a las personas que viven y trabajan en un mismo país?
También en la Iglesia se corre este riesgo, es decir, que los servidores se conviertan en gobernadores y que el trabajo pastoral se confunda con el ejercicio de un poder. Francisco insiste en que no se puede poner un beneficio particular o propio por encima del bien común, y la Doctrina Social nos recuerda sus dos pilares: la dignidad de la persona y el bien común. Pero, lamentablemente, no parece que vayamos por este camino. Ni en la sociedad civil ni en la Iglesia.
La actitud de Jesús en cuanto Pastor, nunca se acaba de aprender. El líder verdadero o el pastor bueno es el que sabe dejar de serlo en beneficio del pueblo. De hecho, da la vida por él, por los demás; no es buen pastor aquel que manipula o vive a costa del rebaño sembrando la división o el odio e incluso entrando en abierta confrontación con otros pastores para conservar su liderazgo, sus votos. El verdadero dirigente ayuda a que la comunidad sea capaz de afrontar responsablemente su propio destino. Jesús, el Buen Pastor, alienta, exhorta y sostiene al ser humano para que se haga pastor de su propia vida, en solidaridad con los demás, con sus hermanos, e incluso con las “ovejas” de otros rediles.
La autoridad, pues, en la sociedad y en la Iglesia es un servicio comprometido, exigente, no exento de sinsabores y, llegado el caso, expuesto a dar la vida en defensa de la comunidad, de los hombres y mujeres que integran el pueblo de Dios, con sus luces y sus sombras. Jesús encarna el modelo ideal, único de Pastor. Hemos oído hasta la saciedad, que los pastores en la Iglesia son los sacerdotes y obispos y el resto del pueblo, ovejas, borregos. Nada más lejos de lo que nos quiere decir el texto evangélico. Todos somos ovejas del mismo y Único Pastor. Jesús da la vida, es decir, se arriesga, se ofrece él mismo y se implica, desde el inicio de su vida pública, en la liberación y el servicio a los demás, especialmente a los más vulnerables. Se desvive por todos y esa entrega, por amor, se manifiesta día a día.
El vínculo íntimo, profundo que se da entre Cristo resucitado, oculto, y la persona, objeto de su entrega y su amor incondicional, es el conocimiento mutuo que va haciéndose cada vez más perfecto e intenso en virtud del Espíritu que habita en cada ser humano. Y ese vínculo de amor no puede tener otro fin que el llegar a hacerse UNO como el Padre y el Hijo son UNO.
Los lobos, ladrones y oportunistas están al acecho de las almas-ovejas que, distraídas en enredos mentales o ídolos engañosos, no se prestan a escuchar la voz del Pastor, de la Verdad. Mas, llegada su hora, también éstas serán atraídas hacia el Amor, destino final de todas las almas-ovejas.
La división de los cristianos en rebaños diferentes y antagónicos se debe en parte a planteamientos interesados y egoístas por parte de algunos “pastores”. El verdadero centro del ecumenismo o, mejor, del panenteísmo será el compromiso decidido a favor del “rebaño”, como quiera que se llame. («La creencia de que el Ser de Dios influye y penetra todo el universo, de tal modo que cada parte de éste existe en Él, pero este Ser es más que, y no se agota en, el universo«. Es un modelo de relación libre, recíproca: Dios en el mundo y el mundo en Dios, al tiempo que cada uno sigue siendo distinto. La relación es mutua, aunque las diferencias existen y son respetadas. La absoluta diferencia entre Creador y creatura queda envuelta y abrazada por Dios, que es todo en todo).
La condición de Hijo/a de Dios es gratuitamente ofrecida a todo ser humano. Éste, a lo largo de su vida, buscará en su interior el camino que le conduce hacia Él.
Sin duda, todos hemos conocido y conocemos personas que se han des-vivido y han amado “hasta el extremo”, dándonos ejemplo y enseñándonos que, aun con las limitaciones humanas, es posible darse con generosidad, amar con gratuidad, actuar con valentía, defender lo débil, lo pequeño, lo vulnerable, lo perdido.
Decir hoy Resurrección, significa reconstruir entendimientos, superar desacuerdos, recuperar los sueños rotos, la utopía del ser cristiano, renovar las relaciones humanas, rescatar, a través de diferentes medios, las vidas en peligro, apostar por los crucificados de la historia.
“Creer en la resurrección es un compromiso liberador en el aquí y ahora, haciendo posible una nueva humanidad de justicia y equidad». “Es, asimismo, liberación de todo tipo de esclavitudes interiores, rencores, xenofobias, supremacismos, odios, ataduras al pasado, miedos, pensamientos tóxicos, preocupación por cosas que no tienen sentido, obsesión por acumular dinero, prestigio y placeres», como señala atinadamente, Fernando Bermúdez López.
Decir Buen Pastor es escuchar Su Voz, hacernos partícipes de su Presencia viva en medio de nosotros, sin hacer discriminaciones por razón de sexo, raza, etnia, género, estatus social, motivos religiosos, diferencias físicas, políticas, de edad, etc. (Hch 10,34 ss). En definitiva, es creer que así me conoce a mí, con mis sueños y mis desolaciones, con mis talentos y mis limitaciones. ¿Me dejo/nos dejamos cuidar por Él?
¡Shalom!
Mª Luisa Paret

LA NECESIDAD DE UN GUÍA
Para los primeros creyentes, Jesús no es solo un pastor, sino el verdadero y auténtico pastor. El único líder capaz de orientar y dar verdadera vida al ser humano. Esta fe en Jesús como verdadero pastor y guía adquiere una actualidad nueva en una sociedad masificada como la nuestra, donde las personas corren el riesgo de perder su propia identidad y quedar aturdidas ante tantas voces y reclamos.
La publicidad y los medios de comunicación social imponen al individuo no solo la ropa que ha de vestir, la bebida que ha de tomar o la canción que ha de escuchar. Se nos imponen también los hábitos, las costumbres, las ideas, los valores, el estilo de vida y la conducta que hemos de adoptar.
Los resultados son palpables. Son muchas las víctimas de esta «sociedad-araña». Personas que viven «según la moda». Gentes que ya no actúan por propia iniciativa. Hombres y mujeres que buscan su pequeña felicidad, esforzándose por tener aquellos objetos, ideas y conductas que se les dicta desde fuera.
Expuestos a tantas llamadas y reclamos, corremos el riesgo de no escuchar ya la voz de la propia interioridad. Es triste ver a las personas esforzándose por vivir un estilo de vida «impuesto» desde fuera, que simboliza para ellos el bienestar y la verdadera felicidad.
Los cristianos creemos que solo Jesús puede ser guía definitivo del ser humano. Solo desde él podemos aprender a vivir. Precisamente, el cristiano es aquel que, desde Jesús, va descubriendo día a día cuál es la manera más humana de vivir.
Seguir a Jesús como buen pastor es interiorizar las actitudes fundamentales que él vivió, y esforzarnos por vivirlas hoy desde nuestra propia originalidad, prosiguiendo la tarea de construir el reino de Dios que él comenzó.
Pero mientras la meditación sea sustituida por la televisión, el silencio interior por el ruido y el seguimiento a la propia conciencia por la sumisión ciega a la moda será difícil que escuchemos la voz del Buen Pastor, que nos puede ayudar a vivir en medio de esta «sociedad de consumo» que consume a sus consumidores.
José Antonio Pagola
Publicado en www.gruposdejesus.com
EL BUEN PASTOR DA LA VIDA A SUS OVEJAS
El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal. Pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye (Pablo D’Ors)
-Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas
Cinco veces aparece en el Evangelio la expresión redentora de «da la vida por sus ovejas». Aunque la realidad salvadora, la cumplió Jesús en el mundo en «dar la vida a» más que en «darla por». El nuevo rebaño –o comunidad mesiánica- con acceso a la salvación (alcanzar la plenitud humana) la otorga el buen pastor comunicando vida a su rebaño: «Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia», dice Juan en el versículo diez del citado décimo capítulo.
A partir de aquí surgen relaciones de mutuo conocimiento, amor y comunión entre Jesús y sus discípulos. Relaciones mantenidas entre todo verdadero Maestro espiritual y seguidores. La palabra religión, de re-ligare -volver a unir- es re-ligazón con el Absoluto, «que irrumpe en nuestras vidas creando unión –comunión- con Él, con todo lo humano y también con el cosmos», como escribe el acreditado teólogo granadino Manuel Gª Hdez, en su última obra Ensayo sobre la vida y espiritualidad. (Ed. Desclée de Brouwer, 2015).
El Nuevo Testamento retoma y aplica a la figura de Jesús –Marcos 12, 10, Hechos 4, 11 y Primera de Pedro 2, 7- la imagen de la piedra angular del edificio cantada por el Salmista y constituido por cuantos escuchan y siguen su doctrina. Una mansión construida al margen de los cánones legales establecidos y, en consecuencia, deshechada por los arquitectos oficiales.
El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal, pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye. Lo sabemos todos y de modo particular, debieran conocerlo los propios interesados. Pues como señala D’Ors en otro momento, y en una dimensión cósmica: «Todo lo que haces a los demás seres y a la naturaleza te lo haces a ti»(Pablo D’Ors, Biografía del Silencio, Ed. Siruela).
Desde esta perspectiva evangélica se funden y confunden ovejas y pastores. Jesús delegó en cada uno de sus seguidores la vigilancia de no contaminación, y el mantenimiento y pertinente desarrollo del edificio del Reino. Desde entonces Jesús somos nosotros. Para llevar a cabo tan vital tarea, el mejor aparejo nos lo brinda el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: «Redescubrir la Iglesia y la alegria de ser cristianos».
En su homilia del pasado Jueves Santo indicó a los sacerdotes que no pueden ser «pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos». Y reiteró la necesidad que tiene la sociedad de pastores «con olor a oveja» y «sonrisa de padre». Que no tienen nada que ver con esos «que huelen a perfume caro y te miran de lejos desde arriba». Con similar talante no es posible dar vida alguna a las ovejas.
Colaborar en la misión de que todos tengan vida y la tengan en abundancia es tarea que a todos nos afecta. Un extraño concierto de ideas sembradas en surcos terrenales que debiera ser forma de vida para todos.
LA ALONDRA: UNA MANERA DE PENSAR
Soñé también que alondra era
sobre la era de un pueblo en La Ribera
castellano-leonesa del Bernesga.
Un punto allá en el cielo,
bendiciendo trigales con sus versos.
Los labriegos buscaban su cantar
y su figura en las alturas.
Mas sólo la veían las miradas
comprometidas con lo que cantaba.
……………………….
Admirados un día se quedaron
todos los del pueblo.
Se anunciaba:
«El Búho y la Alondra darán juntos
un extraño concierto».
Se reunieron todos en la era,
que era un comunal espacio.
Actuaban el Búho Soliloquio
y la Alondra del pueblo ribereño.
Entonaron celestiales ideas
sembradas en besanas terrenales.
Les escucharon todos y aplaudieron,
porque lo que cantaron
¡era Forma de Vida para Todos!
También estaba Dios en el teatro.
(SOLILOQUIOS, Ediciones Feadulta)
Vicente Martínez
Documentación: Liturgia de la Palabra
Documentación: Buen Pastor – JM Olaizola
Documentación: Pastor de tu Pueblo – F Ulibarri
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