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5º Domingo del Tiempo Ordinario

Del Evangelio según san Marcos 1,29-39

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.  Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.» Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Lectura orante del Evangelio en clave teresiana

“¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones como hacen los del mundo?” (V 22,7).

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos.

Para los enfermos la noche es más noche, su llanto se hace más intenso. “Qué cosa es la enfermedad, que con salud todo es fácil de sufrir” (F 24,8). ¿Quién consolará? Jesús. A Él se los llevan. Jesús está cerca, toca las heridas, sana los corazones afligidos. La noche, gracias a Jesús, es tiempo de sanación y de alegría. En la casa, donde se reúnen los discípulos de Jesús para vivir el Evangelio, se curan heridas, se quitan sufrimientos. “Es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos y es compañía” (V 22,10).  

Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios.

Dios está a favor del hombre, lo creó para que fuera libre y pudiera comunicarse con Él. Jesús se pone al servicio de este proyecto de salvación. Quiere quitar el mal del mundo. Su fuerza liberadora es irresistible, alcanza la profundidad del ser humano. “Él ayuda y da esfuerzo; nunca falta: es amigo verdadero” (V 22,6). Es imposible querer ser amigos de Jesús sin entrar en esta corriente sanadora. “Obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio… te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti” (5M 3,11).

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.

La compasión y la oración siempre van unidas, una cosa lleva a la otra. La noche de sanación se prolonga en una madrugada orante. El Evangelio es a la vez experiencia mística y compromiso social y misionero. “Sin momentos detenidos de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido” (Papa Francisco). La soledad habitada por la presencia de Jesús y el silencio estremecido por su Palabra nos hacen profundos, humanos, capaces de ternura. “¿Cómo pensáis que pudiera sufrir San Pablo tan grandísimos trabajos? Por él podemos ver qué efectos hacen las verdaderas visiones y contemplación” (7M 4,5). 

Simón y sus compañeros le dijeron:

‘Todo el mundo te busca’. “Estáse ardiendo el mundo”, grita Teresa de Jesús, “no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia” (C 1,5). Nada más contrario a la oración que el inmovilismo y la instalación cómoda. En la oración germina la creatividad más apasionante, se prepara la nueva evangelización. “Yo quedé tan lastimada de la perdición de tantas almas, que no cabía en mí. Fuime a una ermita con hartas lágrimas.Clamaba a nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar algún alma para su servicio” (F 1,7).

Él les respondió: ‘Vámonos a otra parte’. 

¡Es tiempo de caminar! ¡Es tiempo de un caminar misionero! ¡Hay tantas partes donde no se conoce la alegría de Jesús! “Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?” (P 2). Con estas palabras de Teresa de Jesús terminamos nuestra oración y comenzamos nuestro viaje misionero. “Juntos andemos, Señor”. Hoy, como en tiempos de Santa Teresa“son menester amigos fuertes de Dios”.

Equipo CIPE

RETIRARSE A ORAR

En medio de su intensa actividad de profeta itinerante, Jesús cuidó siempre su comunicación con Dios en el silencio y la soledad. Los evangelios han conservado el recuerdo de una costumbre suya que causó honda impresión: Jesús solía retirarse de noche a orar.

El episodio que narra Marcos nos ayuda a conocer lo que significaba la oración para Jesús. La víspera había sido una jornada dura. Jesús «había curado a muchos enfermos». El éxito había sido muy grande. Cafarnaúm estaba conmocionada: «La población entera se agolpaba» en torno a Jesús. Todo el mundo hablaba de él.

Esa misma noche, «de madrugada», entre las tres y las seis de la mañana, Jesús se levanta y, sin avisar a sus discípulos, se retira al descampado. «Allí se puso a orar». Necesita estar a solas con su Padre. No quiere dejarse aturdir por el éxito. Solo busca la voluntad del Padre: conocer bien el camino que ha de recorrer.

Sorprendidos por su ausencia, Simón y sus compañeros corren a buscarlo. No dudan en interrumpir su diálogo con Dios. Solo quieren retenerlo: «Todo el mundo te busca». Pero Jesús no se deja programar desde fuera. Solo piensa en el proyecto de su Padre. Nada ni nadie lo apartará de su camino.

No tiene ningún interés en quedarse a disfrutar de su éxito en Cafarnaúm. No cederá ante el entusiasmo popular. Hay aldeas que todavía no han escuchado la Buena Noticia de Dios: «Vamos… para predicar también allí».

Uno de los rasgos más positivos en el cristianismo contemporáneo es ver cómo se va despertando la necesidad de cuidar más la comunicación con Dios, el silencio y la meditación. Los cristianos más lúcidos y responsables quieren arrastrar a la Iglesia de hoy a vivir de manera más contemplativa.

Es urgente. Los cristianos, por lo general, ya no sabemos estar a solas con el Padre. Los teólogos, predicadores y catequistas hablamos mucho de Dios, pero hablamos poco con él. La costumbre de Jesús se olvidó hace mucho tiempo. En las parroquias se hacen muchas reuniones de trabajo, pero no sabemos retirarnos para descansar en la presencia de Dios y llenarnos de su paz.

Cada vez somos menos para hacer más cosas. Nuestro riesgo es caer en el activismo, el desgaste y el vacío interior. Sin embargo, nuestro problema no es tener muchos problemas, sino no tener la fuerza espiritual necesaria para enfrentarnos a ellos.

José Antonio Pagola

ORACIÓN Y ACCIÓN, CLAVES DE LA VIDA ESPIRITUAL

Recuerda que los evangelios no son crónicas de sucesos. Son teología narrativa. No tiene ninguna importancia que las palabras de Jesús sean exactamente las que él pronunció; ni que los hechos narrados hayan acontecido así. Lo importante es el mensaje que quieren trasmitirnos y que seamos capaces de traducirlo a nuestro lenguaje, siempre relativo, de manera que lo podamos entender hoy. Para ello es imprescindible que nos coloquemos en el ambiente de aquella época y conozcamos las características de aquella cultura.

Seguimos en el primer día de la actuación de Jesús. Marcos intenta perfilar a grandes rasgos y con firmes trazos, la figura de Jesús. Se trata de un montaje programático para dejar muy clara la manera habitual que tenía Jesús de desarrollar su ministerio. No podemos desligar la perícopa que hemos leído hoy de la del domingo pasado. Ambas forman un todo teológico progresivo, que empieza en la sinagoga, y termina orando solo en descampado. Allí consigue reavivar la experiencia de Dios, que le permite hablar y actuar con autoridad.

El paso de la sinagoga a la casa, y después a la calle, nos dice que Jesús lleva la salvación a todos los lugares en donde se desarrolla la vida y a todas las personas que tienen necesidad de liberación. Con toda naturalidad se nos habla de la suegra de Pedro, aunque nunca se hable de la esposa. En aquella sociedad era impensable el estado de soltero, y Jesús nunca cuestionó las normas existentes con relación a la sexualidad, al matrimonio o a la familia. Los cambios que después se produjeron, no se pueden vender como mensaje evangélico.

La cogió de la mano y la levantó. La palabra katekeito para decir «estaba postrada», puede significar enfermedad o muerta, en cualquier caso, falta de vida. También para decir que la levantó, Marcos emplea hgeiren, que puede significar levantar o resucitar. Está claro que Marcos quiere dar un doble sentido a las dos palabras, más allá del sentido material.

Se le pasó la fiebre y se puso a servirlesua. Jesús cura para que la mujer pueda servir. En el mundo griego, el servicio (diakonía) se consideraba una deshumanización. En las primeras comunidades cristianas, era el signo de seguimiento de Jesús. El verbo que se utiliza en griego es dihkonei= servía a la mesa. Los cristianos eligieron precisamente la palabra «diakonía» para expresar el nuevo fundamento de las relaciones humanas en la comunidad. El mismo Jesús dirá que no ha venido a ser servido sino a servir.

Al anochecer… Nos está indicando que los que se admiraban de las palabras y obras de Jesús, eran judíos y no habían superado la dependencia de la Ley, que era la causa de la opresión. Al ponerse el sol terminaba el sábado y la obligación de descanso. Por lo tanto, ya podían ellos llevar a los enfermos y Jesús curarlos, sin faltar al primer precepto de la Ley.

Curó a muchos y expulsó muchos demonios. Todos buscan a Jesús para ser curados. Aquí debemos hacer una profunda reflexión. En todos los evangelios se comienza con un éxito espectacular de la predicación de Jesús. Más tarde se verá que no les interesa nada más que ese beneficio material de ser atendidos en sus necesidades.

Se marcha a descampado y allí se puso a orar. Es muy significativo que en muchos lugares de los cuatro evangelios se diga que Jesús se retiró a orar. «Se levantó de madrugada, se fue a un descampado y allí se puso a orar». «Pasó la noche en oración». «Por la mañana estaba allí sólo».  Es la clave de la vida de Jesús. Esta necesidad de la oración echa por tierra nuestra concepción mitológica de la figura de Jesús. Si era la segunda persona de la Trinidad, si era Dios entendido ontológicamente, ¿qué necesidad tenía de orar? O ¿se trataba de un paripé para enseñar a los otros lo que tenían que hacer? No, realmente lo necesitaba como verdadero ser humano que era. Descubrir lo que era su Abba para él, fue la clave de su espiritualidad. Esto solo se puede hacer en silencio.

El domingo pasado decía el evangelio que hablaba con autoridad, no como los letrados. La clave está en este descubrimiento continuado de la presencia de Dios en él. A pesar de la absorben­te actividad, encontraba tiempo para estar a solas consigo mismo y cargar las pilas. Los evangelios nos dicen que también iba a la sinagoga y al templo, pero el verdadero encuentro con Dios lo realizaba a solas y en medio de la naturaleza.

¡Todo el mundo te busca! En el relato encontramos tres exageraciones intencionadas: todo el mundo te busca; la población entera; todos los enfermos y poseídos. Los discípulos están en la misma dinámica que la gente. No quieren que su Maestro pierda la ocasión de afianzar su prestigio (poder). Jesús sabía muy bien lo que tenía que hacer: «Vámonos a otra parte». En el principio del relato se habló por dos veces de su enseñanza (didach). Ahora dice  predicar (khruxw, de donde viene kerigma, concepto clave de la primera comunidad). Evangelio es buena noticia, pero no siempre coincide con lo que la gente espera.

Todos los evangelios empiezan constatando la euforia con que la gente sigue a Jesús. Pero pronto, se va apoderando de ellos, primero la decepción, después el abandono, y finalmente la oposición total. En Juan este proceso se escenifica de manera genial en el capítulo 6, después de la multiplicación de los panes, cuando quieren hacerle rey y terminan abandonándole todos diciendo: «¿quién puede hacerle caso?» El porqué de esta actitud es claro: buscan ser curados, liberados, queridos. Lo malo empieza cuando descubren las exigencias del mensaje: tienes que curar al otro, tienes que servir, tienes que amar.

Si tomásemos conciencia del porqué se produjo este cambio en la gente, tal vez empezásemos a comprender dónde falla nuestro cristianismo. La respuesta está en el relato de la curación de la suegra de Pedro. Jesús cura para que seamos capaces de servir. Esto es precisamente lo que no nos gusta del mensaje. Cuando Jesús va dejando claro que Dios no es un tapagujeros, que su predicación lo que persigue es cambiar las actitudes fundamentales del ser humano y convertirle en libre servidor en vez de opresor del otro, la gente empieza a sentirse incómoda y le abandona sin contemplaciones.

El evangelio no habla de resignación ante cualquier clase de dolor, sea físico, sea psíquico, sea moral. Pero no identifica la salvación con la supresión del dolor. Todo lo contrario, afirma expresamente que la verdadera salvación puede alcanzarla todo hombre a pesar del mal que nos rodea (bienaventuranzas). Siempre que se pueda, se debe suprimir, pero la victoria contra el mal no está en suprimirlo, sino en evitar que te aniquile. Aun permaneciendo el opresor, el oprimido puede ser libre y plenamente humano.

La solución al problema vital del hombre no puede venir de fuera, la tenemos que encontrar dentro. Solo un conocimiento de lo hondo del ser nos descubrirá lo que somos. El hombre tiene que aceptar sus limitaciones. Pero solo lo conseguirá descubriendo que esas limitaciones no le impiden alcanzar su plenitud. Conocerme a mí mismo es conocer a Dios como fundamento de mi propio ser. Ser fiel a sí mismo es la única manera de ser fiel a Dios.

El fallo del cristianismo fue convertir la buena noticia del evangelio en una religión. Jesús quiso liberar al ser humano de todo lo que le impide ser él mismo, incluida la religión. El organigrama de una religión, nos da seguridades pero Jesús no ha venido a resolver los problemas materiales de los hombres, ni a liberarle de las limitaciones de su naturaleza, sino a enseñarnos cómo podemos ser libres a pesar de los problemas y aunque no se resuelvan. Hay problemas que no tienen solución, pero una vida más humana siempre es posible.

Fray Marcos

Documentación:  Liturgia de la Palabra

Documentación:  Meditación

Documentación:  Plegarias

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