(Ciudadela 28/X/1860)
Puedes llevarte la experiencia que el Espíritu Santo te haya regalado
Te ofrecemos agua para el camino.
Recursos Orantes que puedan ayudarte a recrear tu experiencia de Dios.
Tú puedes compartir tu experiencia enviándonos tu testimonio.
Hoy te ofrecemos
Una carta de Francisco Palau a Juana Gratias.
Una clave de lectura orante
A Juana Gratias: Es Cubells
J.M.J.
Menorca, Citadella 28 octubre de 1860.
Carísima hija:
Te escribí desde Alcudia y, como hoy marcha el correo, te vuelvo a escribir. Veo yo una cosa y es que Dios, como buen padre, me conduce por la mano y me guía por donde El quiere. Y de ahí es que iré donde no sé y marcharé por allá donde no querré. Dios sabe cuán bien dispuesto estoy para servir a su Iglesia y que en asuntos de su gloria, todo lo veo llano y fácil. El sabe en cuán poco tengo mi vida y mi reposo y cuán desprendido estoy de todo consuelo humano y celestial. Y porque conoce Dios en esto mi generosidad, no me abandonará sino que me guiará por donde le plazca. Yo ando seguro, fiado en los cuidados de su paternal solicitud.
Te digo esto para que tú te abandones también a su providencia. ¡Bien cuidado está el que se fía de Dios! Ocúpate en la oración en adquirir esta confianza en ti pues que la necesitas. Esa confianza supone la fe en su providencia y la providencia es el cuidado y solicitud paternal que Dios tiene de nosotros. Dejemos que Dios nos cuide, que nos gobierne, que nos guíe, y esta confianza nos cubrirá contra las horribles zozobras, ansias y temores que nos asaltan, procedentes de nuestras propias ilusiones.
En la oración ofrécete a nuestra señora, ponte bajo su protección, y fíate de ella. Fiemos de Dios y de su madre, fiemos a ellos todas nuestras cosas y no seremos burlados ni confusos en nuestras esperanzas. Escríbeme a Palma. Manda a este tu affmo. padre y recibe la bendición que te da todos los días al terminar la Santa Misa.
Francisco.
[P.D.] Ayer no pude celebrar a causa del mareo, y hoy al sumir hallé con sorpresa dos hostias en mis manos. En Palma, otro día que no pude celebrar, me sucedió otro tanto.
Clave de lectura orante
Vemos a un Francisco, comunicador, dador de experiencia: Escribe y vuelve a escribir. Insistencia.
Cuenta lo que ve, lo que vive. Hace un relato. Está en lo que dice.
Su palabra es de Dios. Se le ha afinado la retina, se le ha agudizado el oído. Detrás de esta palabra se rastrea una búsqueda apasionada.
El protagonismo de Dios es total: «Me conduce por la mano y me guía por donde El quiere». Conoce al Pastor. ¡Qué abandono tan confiado!
Se le ve valiente para poner sus pies sobre la tierra antes no hollada, sus ojos frente a lo antes nunca visto: «Iré por donde no sé y marcharé por allá donde no querré».
Se muestra libre, disponible, para el camino. ¿Dónde han quedado las pruebas? ¿Cómo es que no le han dejado rasguños de resentimiento en los adentros? «Dios sabe cuán dispuesto estoy para servir a su Iglesia y que en asuntos de su gloria, todo lo veo llano y fácil».
Hace la experiencia de Dios en los límites, en la sequedad y aridez del desierto: la falta de consuelo humano y celestial.
Comunica su fe con gratuidad y limpieza: «No me abandonará… sé que me guiará».
Vive en una antropología positiva, ensanchadora: «ando seguro».
Entiende el diálogo como una forma preciosa de querer el bien de la otra persona, de hacerse cargo de otras vidas, de dar en gratuidad lo que ha recibido gratuitamente.
No manipula desde fuera, sino que invita a que la persona se coloque en la interioridad donde acontece el encuentro. Hace propuestas radicales. «Ocúpate en la oración en adquirir la confianza».
Es realista, sabe de zozobras, ansias, temores… pero, desde una realidad más honda, más bella, habla de abandono confiado en el Dios que cuida y guía.
Todo lo vive con María, la mujer que cuida lo pequeño y está amenazado. Viviendo con Ella, ningún camino hacia la novedad termina en desengaño.
Quiere palabra de amor, de diálogo salvífico: «Escríbeme».
La despedida es todo un detalle de la ternura y de la delicadeza de ver a Dios en todo, de dar significado a todo. Es la experiencia de un místico, de un enamorado.
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