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El SÍ de María hace posible la Navidad

El Ángelus es una devoción católica en recuerdo de la Anunciación y Encarnación del Señor.

Toma su nombre de sus primeras palabras en la versión latina, Angelus Domini nuntiavit Mariæ.

Consta de tres textos que resumen el misterio y que se recitan de manera alternativa un versículo y la respuesta.

Entre cada uno de los tres textos se recita el Ave María.

La redacción del Ángelus es atribuida por algunos al Papa Urbano II y por otros a Juan XXII.

La costumbre que existe de recitarla tres veces al día se le atribuye al rey francés Luis XI.

Es una oración diaria en la Iglesia Católica. Quizá podemos decir que “era una oración diaria en la Iglesia Católica Española”.

No hace muchos años, particularmente a las doce de mediodía paraban muchos trabajos para rezarla con devoción y sentimiento. Yo recuerdo mis años de colegiala. Era un momento mágico aunque quizá no supiéramos captar su grandeza, su inmensidad, cómo, los hechos que recordábamos, cambiaron la humanidad. Un antes y un después. El tiempo se ordenó en un “antes de Cristo” y “después de Cristo”.

Quiero invitaros esta Navidad a recuperar esta ¿sencilla? oración, a rezarla en familia, no importa la hora, en el momento que elijamos podemos vivir “un momento mágico”.

El Evangelio de San Lucas sitúa esta escena en Nazaret. En casa de María.

– El Ángel del Señor le anunció a María.

– Y concibió por obra del Espíritu Santo.

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

No es la primera vez que en la tradición bíblica, cuando Dios quiere comunicarse con las personas, se elige la figura de un ángel para describir este estado de oración, de diálogo, entre Dios y la persona que ora.

La presencia de Dios, no por deseada, es menos sobrecogedora. Ante la inmensidad, la persona se siente aún más pequeña y vulnerable de lo que es.

«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios»

Sigue siendo un esquema repetido. Esa invitación a no temer la oyó Moisés ante la zarza ardiendo, está presente en todas las llamadas a los profetas. Dios nos anima antes de contarnos sus secretos, la misión que encomienda a cada uno de sus elegidos.

«Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.»

¿A concebir?… ¿A dar a luz?… ¡Estoy prometida, no casada! Argumentaría María en su interior ¿No sabe Dios como funcionan estas cosas?

«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»

Buscó María las palabras oportunas que no faltaran al respeto, a la confianza de la Palabra de Dios. No logró María que ellas escondieran su sorpresa. Dios no debía de estar muy bien informado.

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.»

Joaquín su padre, y Ana su madre, la habían educado en la fe de Israel. Todo el pueblo estaba expectante ante la inminente llegada del Mesías que repetidamente habían anunciado los profetas. Pero este no es el cuento de Cenicienta que estalla de gozo cuando ajusta el zapato en su pie. María podía saber, pero no puede entender. ¿Qué van a decir sus padres al saberla embarazada? ¿Cómo explicar a José que va a ser madre? La ley dice que la mujer que va a ser madre antes del matrimonio es una adúltera y como tal debe morir apedreada. No sólo morir, morir de una forma cruel física y moralmente.

¿Dónde queda su vida sencilla, alegre, apacible…?

 – He aquí la esclava del Señor.

– Hagase en mí según tu palabra

María responde con todos sus temores, sus incertidumbres, con la pena por el dolor que intuía causaría a los suyos este hecho.

El ángel sigue hablando…

«Mira a tu prima Isabel, ha concebido un hijo en su vejez, Está en su sexto mes.»

¿Será posible? ¡Hacía tanto tiempo que Isabel y Zacarías habían renunciado a ser padres! Seguro que esta noticia alegró a María en medio de su turbación.

«Para Dios nada hay imposible.»

No es que el miedo se haya ido. No sabe a dónde le llevará su SÍ pero cómo no va a confiar en Dios, el Dios de su pueblo: Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Dios que los sacó de Egipto, que los acompañó en el desierto, que siempre ha estado de su lado. No “entender”, no significa que no sea “posible”.  

– Y Dios se hizo persona.

– Y habitó entre nostros.

Y con el SÍ de María, frágil y pequeña, Dios tomó nuestra naturaleza, se hizo uno de nosotros.

«Y el ángel la dejó.»

Y comenzó el camino hacia la primera Navidad.

Dios hecho persona en el seno de María.

Dios en la alegría y la debilidad de una madre “entrada en años” a la que María corre a ayudar.

Dios en el amor de José que no entiende nada pero que se lleva a María a su casa, con los suyos.

Dios en la ley que la hace salir de casa, desplazada, para cumplir con el deber del empadronamiento.

Dios en la pobreza y el calor del establo, en el frío y la alegría de los pastores, en la búsqueda y la riqueza de los magos.

Dios, víctima de la ambición del poderoso, que huye como refugiado a Egipto.

Dios en el “dialogo” con sabios y sacerdotes en la búsqueda de la verdad.

Dios en los niños, las viudas, los enfermos, los desheredados, las prostitutas, los que buscan en la noche…

Dios se hace persona y habita entre nosotros, en la sonrisa del niño, en el que llora, en el que visita al enfermo, en el que está en la cárcel, en el que lucha por la justicia, en el que se ha quedado sin trabajo,… Dios habita entre nosotros y las luces de las calles, el ruido de los coches, la corrupción, los abusos,… no nos lo dejan ver. Como Zaqueo “somos bajos de estatura” y a lo mejor nos da vergüenza “subirnos al árbol para verlo” y nos estamos perdiendo escuchar la auto-invitación de Dios: “Baja, que tengo que hospedarme en tu casa”.

Y Zaqueo bajó, y preparó su casa, y recibió a Jesús y a pesar de que se mofaron de él, y de que criticaron a Jesús por hospedarse en ella, aquel día fue «un día de salvación para esta casa.»

¡FELIZ NAVIDAD!

Vale, que haya luces, y árbol, y nacimiento, champán y pavo, pero haya lo que haya, o falte lo que falte, que no sea Él quien falte. Que sepamos descubrirle entre las gentes porque él, se ha hecho persona y está entre nosotros. No podemos acabar con todas las injusticias pero podremos poner nuestro granito de arena, nuestro SÍ.

Seamos creativos y solidarios porque

«cada vez que lo hicisteis con uno de ellos a mí me lo hicisteis.»

Mª Victoria (Charo) Alonso CM

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