Salir del desierto, sin dejar la soledad, …

Estamos en una zona rodeada de naturaleza donde lo espiritual se respira entre flores y plantas aromáticas, pinos y fuentes de manantial. Desde este lugar emblemático, intentaré transmitir la experiencia de ser contemplativo en misión.
Estamos empezando la primavera, bañada de sol y lluvia regeneradora, te invito a caminar por el bosque, dejándote tocar por las hojas movidas por el viento y a respirar con olor a flores silvestres y a tierra regada por la lluvia. Andaremos despacio, en silencio, la lentitud nos ayudará a tener sensación de paz y orden interior, que nos llevará a una apertura a lo esencial. Esta actitud la puedes mantener en tu andar cotidiano, en tu compra en el Super, de camino al trabajo o en cualquier otro desplazamiento. El silencio permite entrar en una dimensión de hondura; nos mantenemos presentes en nosotros mismos y en nuestro contexto.
Desde mi comunidad entro en mi pequeña habitación (“que es el cielo en la tierra” Mis Rel.-Escr. pág.771,10), y descalza me dispongo a abrirme al Espíritu que me presenta algunos motivos para orar y comprometerme más en distintas vivencias de nuestro mundo. En este tiempo marcado por el horror de la guerra, conflicto en Ucrania, nos sentimos movidas por “dentro” a hacer nuestro el sufrimiento de los otros y a ser más solidarias. “¿Dónde están los maestros de espíritu que, a vista de la tempestad contra la que está luchando la Iglesia, enseñen con todo empeño a las almas a orar por la paz y tranquilidad de la nación?” (Lucha del alma con Dios – Conferencia Cuarta, 6 pág.128)


Otras fechas que hacen historia en estos meses de Marzo-Abril, es el recuerdo de dos Aniversarios: 150 años de la Pascua de Francisco Palau y 34 de su Beatificación. Hacer memoria de estos acontecimientos, evocando la personalidad eclesial y misionera del P. Palau, es para todos nosotros, Carmelitas Misioneras y Carmelo Misionero Seglar, motivo de profunda alegría y de acción de gracias al Señor; escuchando con firmeza a Francisco Palau, también nosotras decimos a una sola voz: “Nuestra misión se reduce a anunciar a los pueblos que tú, Iglesia, eres infinitamente bella y amable y a predicarles que te amen. Amor a Dios, amor al prójimo, este es el objeto de nuestra misión”(Mis Rel.12,2). Todo nos lleva a seguir alentando la esperanza en comunidad y al servicio delicado y fraterno a los más desfavorecidos de nuestro mundo, los miembros sufrientes de su Cuerpo. Así daremos sentido a estas fechas que celebramos y haciendo que el Carisma siga vivo en nuestra historia.
Hace poco me preguntabas qué entiendo por desierto, te comparto mi sencilla experiencia: El desierto es el lugar de encuentro con Dios y al mismo tiempo, el lugar de la prueba y la tentación. Te invito a transitar nuestro desierto personal, que no es tan sólo un lugar geográfico, sino un paisaje interior. En el silencio de la “cueva” nos encontramos ante nosotros mismos y ante Dios, no se puede mirar a otro lado. La experiencia de vulnerabilidad e indigencia que se vive en el desierto nos ayuda a situarnos con humildad en la realidad del mundo en que vivimos, a ser conscientes de nuestra fragilidad y la necesidad de estar constantemente sostenidos por el Señor. En la “Cueva” sentimos que nuestra fe no se apoya en nuestra seguridad, autonomía y fortaleza. En el silencio de nuestro ser interior, nos reconciliamos con nuestra pequeñez, con nuestra incapacidad, se nos pone de manifiesto las experiencias de soledad que atraviesan nuestra vida cotidiana. La soledad nos reconcilia con nuestra caducidad, comprendiendo que el deseo de infinito de amar y ser amados, que llevamos en nuestro corazón, no podemos colmarlo por nosotros mismos.

Te ofrezco la oportunidad de hacer experiencia de silencio y contemplación desde la Ermita Urbana “Nuestra Señora de las Virtudes” o desde L´espai d´interioritat Francesc Palau, y otros Centros de Espiritualidad y Casas de Oración que las Carmelitas Misioneras tenemos para ti, infórmate entrando en nuestras páginas Web:
carmelitasmisioneras.org y carmiseuropa.org
Francisca Mª Esquius C.M
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