Remontando de nuevo el senderismo en la zona del camino de las aguas, hasta llegar al Tibidabo.

Se tiene como punto de partida nuestra comunidad P. Palau, C/ Vall-Par.3, donde se les ambienta en esta montaña palautiana, pueden llenar sus botellas de agua fresca. reposar y orar en la Capilla.
El camino se puede hacer caminando o en bicicleta, a medio camino hay una explanada con varias fuentes, algunas de agua de manantial, se puede descansar en bancos y contemplar Barcelona con unas vistas increíbles.
Siguiendo el camino nos encontramos con el famoso Tibidabo, es el pulmón y punto más alto de Barcelona con su mítica escultura del Sagrado Corazón y sus 575 M. en la plataforma de la Torre donde se encuentra el Cristo, desde esta altura las vistas son espectaculares.
Nos dice un joven: “Me encanta ponerme en marcha, superar mis límites y llegar a lugares nuevos y emocionantes, me gusta la aventura, dejarse tocar por la ventisca con olor a pinos y plantas aromáticas”.
“… La aurora anunciaba una de aquellas mañanas halagüeñas, fascinadoras y alegres para el hombre que fuera de las aficiones del mundo, contempla solo en el desierto los atractivos de la naturaleza, siempre bella, siempre inocente, siempre agradable a los ojos de su Autor” (M. Rel. 813, 16).


Nos comparten otros: “En plena ruta, cuando no encontramos la solución a algo que nos ha sorprendido, hacemos una búsqueda rápida en Internet.
Nos hemos acostumbrado a recurrir a la tecnología para todo en lugar de intentar encontrar soluciones nosotros mismos.
Pero cuando estás al aire libre, no tienes garantizados los servicios de red y es muy común que te quedes sin batería en el teléfono”.
Todos estos aparatos electrónicos nos restan tranquilidad, algo fundamental para aliviar el estrés es prescindir de ellos, en momentos determinados.
“La naturaleza con voz dulce y elocuente decía: Adoremos al Criador, a Dios, autor de nuestro ser” (M. Rel. 813, 16).
Te animamos a disfrutar de la naturaleza y el aire puro y a entrar en un silencio interior, dejando espacio para que Dios nos hable.
“En la soledad y silencio te oiré” (M. Rel. 827, 4).
Cuando estés en medio de la masa de gente en la gran ciudad, procura mantener la calma y la paz interior, en lugar de estar siempre mirando el móvil cada vez que el semáforo se pone en rojo o cuando hay atasco, sencillamente abraza el silencio.
Ten por seguro que alejarse de la rutina diaria y sumergirse en un ambiente de silencio y naturaleza, es una oportunidad poderosa para desconectar, recargarse y nutrir tu ser.
Te permitirá regresar a tu vida cotidiana con una perspectiva renovada, energía revitalizada y una mayor capacidad para enfrentar los desafíos con calma.

Francisca Mª Esquius CM
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