Comienza un nuevo curso

PUNTOS PARA ACOGER Y PACIFICARSE
-¿Cómo vivir con paz y sosiego interior ante un nuevo curso?
-Con frecuencia hay que hacer un parón a la velocidad desenfrenada de nuestra vida. “Fomenta la luz interior, ella calentará tu corazón y dará fuerza a tus acciones” ( Escr. 999,7)
-La paz interior engendra energía, y nos simplifica la vida, nos hace crecer en gratitud, la mirada positiva, en capacidad de perdón para los demás y para uno mismo. Conseguir la paz interior significa ante todo, equilibrio, saber aligerar carga y sobre todo dedicar momentos fuertes de oración. “Vive unido con Dios y todo lo demás es vapor y humo y sombras que se desvanecen”(Ct. 38,7). Saber gestionar bien el tiempo que tenemos. El teléfono que nos acompaña e interrumpe en todas partes, internet que es como una sombra desde que nos levantamos hasta el final del día, y una multitud de otras distracciones que nos dispersan.


-El ritmo de vida de alta velocidad que llevamos, nos pide hacer un paréntesis y dedicar un tiempo para reordenar nuestras prioridades vitales. “No te inquiete ni turbe cuanto de próspero o adverso pase a tu alrededor, y antes piérdelo todo que la paz del corazón” (Ct. 38,8).
-Para una vida saludable de paz interior, tenemos que aprender a focalizarnos en lo que estamos haciendo. Ir creciendo en capacidad para disfrutar del momento. Y que nos quede claro lo que nos dice Francisco Palau, que el amor se convierte en el motor de todo lo que hacemos, transmitiendo y cambiando nuestra realidad de lo que nos rodea. Y todo esto vivido en comunidad.

MI COMUNIDAD
-La Oración en común la tenemos como base de nuestra fraternidad, le dedicamos tiempo, nos va marcando la calidad de vida. El silencio interior y exterior, nos deja espacio para la Palabra y el Espíritu, nos regeneran las profundidades más ocultas. Pienso que la comunidad es el lugar donde se tiene experiencia de Dios, que nos impulsa a comunicarla en la misión.
-La comunidad sin mística no tiene alma, pero sin donación y entrega, no tiene cuerpo. “Amor a Dios, amor al prójimo” (Ct. 99,3).
-La comunidad es el foco de energía en la misión, el encaje de la complementariedad es el que garantiza una buena evangelización. Mi comunidad potencia la vida espiritual, es el termómetro que nos mantiene “vivas”. El equilibrio es la clave para la serenidad, y Cristo siempre en el centro.
-No se debe olvidar que el ideal comunitario se edifica sobre la debilidad humana. Por esto reemprendemos cada día el camino, sostenidas por las palabras de Francisco Palau: “Yo deseo que todas seáis un solo corazón animado de un solo y un mismo espíritu” (Ct. 7,2).
-En estos días de Septiembre, después de vacaciones de verano, te quiero invitar a fortalecer el gozo de vivir en comunidad y con frecuencia poderte retirar un fin de semana, a un lugar sereno, donde encuentres paz, sosiego, apertura al Espíritu… Manteniéndose siempre con corazón gozoso y agradecido en comunidad.
Francisca Esquius C.M
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