¡Qué distinto el Mediterráneo para unos y para otros!

Al menos en España, cada Julio y Agosto, nuestro mundo parece que se pone del revés. Las carreteras se disponen a absorber miles y miles de desplazamientos, nuestras ciudades habituales se vacían mientras que la España deshabitada se dispone a dar la bienvenida a hijos e hijas del pueblo que vienen a recordar sus raíces, abrazar a familiares y amigos, disfrutar de las fiestas que casi siempre son en verano.
Ni todos, ni todos los días se vuelve al “pueblo”; si la economía o el crédito, que de todo hay, lo permiten visitaremos lugares tranquilos y paradisiacos sea en el mar o en la montaña, o quizá aprovecharemos para hacer ese crucero que tan de moda se ha puesto.
También los religiosos aprovechamos para cambiar de aires, hacer ejercicios a ser posible en esas amplias y frescas casas de espiritualidad rodeadas, a la vez que protegidas, por una hermosa naturaleza bien cuidada. También visitamos a nuestras familias si las fuerzas y las circunstancias lo permiten.
Son días de poca televisión y poco periódico. Si somos capaces hasta nos desconectamos de internet o saltamos directamente de las noticias al “Apalabrados” o al “Candy Crussh”. Son días de pasear, de hacer deporte, de pantalón corto y gorra para protegernos del sol.
A la otra orilla del mar, de nuestro mar, tranquilo y transparente también las cosas cambian y con el buen tiempo gentes que cada vez se viven más pobres y sueñan con un mundo mejor, más amable, más fácil para prosperar, para poder mandar ayuda a la familia que podrá tener acceso a algunos de los escasos recursos del país, a la atención primaria reservada sólo para unos pocos, que se hará una casa, que … saldrá de la miseria, engañadas por las mafias se lanzan al mar, ese mar tranquilo en la playa, ese mar tejedor de sueños, ese mar que se nos está convirtiendo en un silencioso cementerio.

Este verano ha sido el “Open arms” quien ha acaparado hojas de nuestros diarios no leídos y horas de nuestros telediarios no escuchados. Estuvo frente a Lampedusa una veintena de días sin dejarles desembarcar. Se hablaba de aguas internacionales, de barco de bandera española, de jueces que obligan a permitir el desembarco, del senador italiano que se niega, algunos países se ofrecen a admitir a los inmigrantes si se reparten como los chiquillos se reparten las chuches en el recreo.
Levemente nos salpica la noticia. Perezosamente volvemos a comentar aquello que los gobiernos deberían hacer en sus naciones, o quizá mucho mejor en las suyas, para que no tengan que salir a buscar los sueños fuera de su patria que eso, no nos gusta a nadie.
Con el desembarco del “Open arms” no se solucionó el problema. Hay más de un “Open arms” cada día, cada semana ¿Cuánto tiempo vamos a seguir aletargados, adormecidos, acorchados?
“Reina y Señora del Mar”, tú que vas por esos mares, hazle llegar esta salve, a los que en el cielo están…
María madre del mar en el mes de julio, madre de todos en agosto, desperézanos, haznos oír el clamor de tus hijos sin voz, despierta nuestra creatividad y nuestras entrañas, no permitas que nos anestesiemos y descansemos nuestras conciencias en lo mal que lo están haciendo los gobiernos. Limpia nuestros ojos y ayúdanos a descubrir la injusticia, a ponernos al lado del débil, a redescubrir y hacer vida el Evangelio: “Id y contadle a Juan lo que estáis viendo y oyendo. Contadle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios,…” ¿es esta nuestra tarjeta de identidad?
Mª Victoria (Charo) Alonso
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