“Y donde no hay amor,
ponga amor y sacará amor…”
Muy queridas Hermanas:
En la fiesta de San Juan de la Cruz os comunico el “paso a la Vida” de nuestra Hna. Cristina Ardanza Odriozola.
Falleció ayer, día 13 de diciembre de 2011, en la comunidad “Santa Teresa”, de Barcelona-Casa Madre, a los 87 años de edad y 62 de Vida Consagrada.
Deseamos que esté gozando de la presencia del Señor. Su vida se puede resumir en un “canto de alabanza, de amor a Dios y a los prójimos, vivido desde la sencillez y el silencio”.
Hna. Cristina nació en Abadiano (Vizcaya), el 13 de marzo de 1924 y profesó en 1949, en Pamplona. Después de un breve tiempo en el juniorado de Barcelona, comenzó su misión apostólica atendiendo a los enfermos en el Sanatorio Antituberculoso “Nuestra Señora de Begoña”, de Miranda de Ebro (Burgos) y en la Clínica “San Miguel” de Pamplona.
Sin embargo, su larga misión en el Carmelo Misionero la realizó en otros servicios.
Primero en Pamplona durante 14 años como sacristana y portera. Muchas de nosotras la recordamos en “esa puerta abierta” del Noviciado. De Pamplona a Barcelona, Casa Madre, donde fue Superiora de la comunidad de Hermanas Mayores. De allí a Benidorm, Parroquia “Ntra. Sra. del Carmen”, donde estuvo 28 años. Los Párrocos y los Sacerdotes que han pasado por esa Parroquia, que son muchos, la recuerdan con gratitud por la atención y orden en la sacristía, por la puntualidad en el servicio, por la delicadeza en el trato, por su fidelidad y gozo vocacional, que trasmitía paz y serenidad. Siempre estaba dispuesta a colaborar en las celebraciones eucarísticas, en el rezo del rosario con el pueblo, poniendo amor, para “reavivar” el amor en las personas que compartían la fe y la oración.
También la recuerdan gratamente los pobres que se acercaban a la Parroquia, porque Hna. Cristina les proporcionaba ropa y calzado, les acogía y escuchaba con cariño, dándoles una palabra de ánimo y consuelo. Sin duda el Señor habrá recompensado su servicio y la habrá llamado: “Ven, bendita de mi Padre, porque estaba desnudo y me vestiste”.
Finalmente en el 2008, fue destinada a la comunidad “Santa Teresa”, Casa Madre y debido a su grave enfermedad ha pasado la última etapa de su vida en la Enfermería, donde ha sido cariñosamente cuidada por las Hermanas. Su condición física no le permitía seguir el ritmo comunitario: ella oraba, sonreía y tenía una palabra amable para todas; su semblante era de paz, reflejo de su vivencia interior y conformidad con la voluntad del Señor.
Gracias Cristina, porque nos has dado un bonito testimonio de amor y servicio a la Iglesia. Contamos con tu intercesión ante el Padre para que sigamos creciendo, al estilo de Juan de la Cruz, en la vivencia del callado amor, que es el que más agrada a Dios.
Un fuerte abrazo, en nombre del Consejo Provincial.
María Pilar Miguel
Madrid, 14 de diciembre de 2011
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