Señor, tu misericordia es eterna,
(Salmo 137)
no abandones la obra de tus manos.

Muy queridas Hermanas:
En la fiesta de María, bajo la advocación de nuestra Señora de Fátima, os comunico que nuestra HNA. HONORATA CABODEVILLA SAGÜESse encontró “cara a cara” con el Señor para celebrar la Pascua eterna el día 6 de mayo; falleció en la comunidad “San José”, Pamplona. Su vida, “obra de sus manos”, aplicada a nuestra hermana, en una significativa comparación que hizo su sobrino en el funeral, se ha ido “gastando” por el Señor y los hermanos y “apagando” lentamente, sostenida por la fe y el amor.
Hna. Honorata nació en Zabalceta (Navarra), el 11 de enero de 1916, en una familia de fuertes raíces cristianas, marianas y carmelitanas, que entregó al Carmelo Misionero cuatro de sus hijas; en este ambiente familiar comenzó la vida de nuestra Hermana, “una vida sostenida, guiada y acariciada por otras muchas manos”. Esta comunicación quiere ser un signo de reconocimiento y gratitud por el don de sus 97 años de vida y los 66 de vida consagrada; ella junto con María y Teresita, que le han precedido en la casa del Padre, y Blasa, que continua entre nosotras, han sido y son una riqueza para el Carmelo Misionero, referencia y testimonio para muchas hermanas con las que han compartido fraternidad y misión.
Entre los lugares de misión podemos señalar las Clínicas de Ávila y San Miguel de Pamplona, donde con entrega generosa y sentido humanitario cuidó a los enfermos y atendió con delicadeza a las familias de los mismos. También estuvo en Burgos y en Zaratán. En Pamplona comenzó su vida religiosa, el 28 de agosto de 1945 y en esta ciudad estuvo varias etapas de su vida; allí terminó la carrera de su existencia. Merece especial mención su presencia, como responsable de las jóvenes que se iniciaban en el Carmelo Misionero; la vida de Honorata contagiaba gozo vocacional y despertaba el deseo de seguir a Jesús. Su capacidad de adaptación le hizo sentirse bien en todas las comunidades y situaciones en las que tuvo que vivir y trabajar.
Las que hemos convivido con Honorata podemos decir que era una mujer de fe y oración, de vivencia vocacional y sentido congregacional, discreta y humilde, servicial y disponible, comunicativa y abierta a la amistad, positiva y cariñosa, acogedora y bondadosa; persona pacifica y pacificadora, creadora de comunión, que sabía agradecer hasta los pequeños detalles. El Señor le regaló muchos dones y supo compartirlos con los demás. Otro rasgo característico fue la alegría, nosotras confirmamos que “Honorata ha sido feliz, una religiosa feliz”. (Homilía)
Gracias Honorata por tu testimonio evangélico y carismático. Sabemos que ya estás gozando de la presencia de Jesús al que has seguido con fidelidad. Contigo queremos seguir proclamando las misericordias del Señor y cantando el Magnificat, como María. Confiamos en tu intercesión para que Dios, nuestro Padre, siga cuidando la “obra de sus manos”, tu comunidad, la Congregación, tu familia y a todas las que hemos caminado contigo y estamos comprometidas en el servicio al Reino.
Un fuerte abrazo, en nombre del Consejo Provincial
María Esperanza Izco
Madrid, 13 de mayo de 2013
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