“Dichosos los que muren en el Señor…descansan de sus fatigas…
(Ap. 14, 13).
y sus obras los acompañan…

Muy queridas Hermanas:
Finalizamos el mes de agosto con otra intercesora ante el Padre, HNA. ISABEL OUTÓN GALVÍN.Falleció el día 30 de agosto de 2013 a los 88 años de edad y 61 de Vida Consagrada, en la comunidad “Santa Teresa”, enfermería, Barcelona. Las palabras del Apocalipsis con las que iniciamos esta comunicación fortalecen nuestra fe y esperanza, pues sabemos que son dichosos los que mueren en el Señor y que descansan de sus fatigas. Nuestra Hna. Isabel ya disfruta de esta bienaventuranza; el amor y servicio a Dios y a los hermanos, “obras que la acompañan”, son el vestido de fiesta que ha ido tejiendo en su vida para entrar y participar en el banquete de su Señor.
Hna. Isabel nació el 27 de noviembre de 1924, en San Fernando (Cádiz) y profesó en Pamplona el 26 de febrero de 1952. Estuvo unos meses en el juniorado de Barcelona y estrenó su misión apostólica en el Instituto Frenopático de Las Corts, Barcelona, cuidando con cariño y delicadeza a enfermos psíquicos durante 25 años. Es Cubells fue su segundo destino, donde fortaleció su espíritu palautiano, gozó de la belleza del lugar y colaboró generosamente en las tareas de la casa. En el Seminario Conciliar de Barcelona realizó un buen servicio en favor de los sacerdotes y seminaristas. También estuvo en las comunidades de Berga y «Santa María del Mar», Barcelona, donde compartió con las Hermanas la vida fraterna y los servicios de la vida comunitaria.
Vocacionada, orante y de espíritu congregacional; alegre y simpática, como buena andaluza; acogedora y servicial, colaboraba en tareas sencillas de la vida cotidiana; María estaba en su corazón y en sus labios, los últimos momentos de su vida, semiconsciente, se los dedicó a ella, murió con el rosario en las manos, presentando a la Virgen su entrada en la Vida. Tenía habilidad especial para los trabajos manuales y aprovechaba los ratos libres y cualquier material para enriquecer las tómbolas misioneras y manifestar su espíritu misionero.
También a ella le aumentaron los años, se acumularon los achaques y las fuerzas fueron disminuyendo, motivos por los que fue destinada a la comunidad “Santa Teresa”, enfermería de la Casa Madre, Barcelona. Ha vivido con serenidad y paciencia su deterioro físico, acogiendo el misterio del dolor y dando sentido al sufrimiento. Con palabras o con gestos mostraba su gratitud a las hermanas por las atenciones que recibía constantemente y la compañía fraterna.
Pedimos y deseamos que esté gozando de la presencia del Padre; queda vivo entre nosotras su testimonio “las obras” que la acompañan. Gracias Isabel. Esperamos que intercedas por todas ante el Señor para que sepamos amar, reconocer y servir al Señor en los hermanos, poniendo amor en los pequeños y sencillos servicios que realizamos. Seguimos unidas en la comunión de los santos.
Con cariño, en nombre del Consejo Provincial.
María Esperanza Izco
Madrid, 31 de agosto de 2013
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