“Yo soy la resurrección y la vida”.

Jesús nos sigue invitando a reavivar la fe y la esperanza en su Palabra: “yo soy la resurrección… el que cree en mi…vivirá”. Y lo hace, frecuentemente, con el paso a la Vida de nuestras hermanas. El día 6 de febrero con nuestra HNA. JOSEFINA RICO CÁCERES. Falleció, a primera hora de la mañana, en la comunidad “Mater Carmeli”, enfermería de Vitoria, a los 88 años de edad y 65 de Vida Consagrada. Ha llegado a la Patria eterna y se habrá encontrado con muchas personas conocidas, de diferentes razas y culturas, a quienes ha transmitido la ternura y la misericordia de Dios.

Camino recorrido
Hna. Josefina nació el 1 de febrero de 1929 en el Ferrol (a Coruña). Profesó como Carmelita Misionera en el noviciado de Pamplona el 3 de marzo de 1951. Ha sido una gran misionera, en España, Francia y sobre todo en África. Los primeros años de su vida religiosa estuvo en la zona de Cataluña, en las comunidades de Barcelona-casa Madre, Gerona y Vic. En el año 1961 fue destinada a Perpignan (Francia) y en 1968 se cumplen sus deseos misioneros cuando la destinan a África. Ha vivido y trabajado en varios lugares y misiones: Mukabe-Kasari, Bunkeya, Sakassou, Tiebissou y Lubumbashi, en algunas ha estado dos o tres veces y en dos ha sido superiora local. En el 2010 regresa a España por motivos de salud y se incardina en la enfermería “Mater Carmeli”, de Vitoria. Constatan las hermanas que su presencia ha sido un regalo y una bendición.

Huella que ha dejado:
Josefina, como cada hermana, nos deja su huella, su impronta, su página de historia, aquello que marcó más fuertemente su camino humano y vocacional, la sintetizamos en: gozo y fidelidad; espíritu misionero abierto a todos; servicio y disponibilidad; entrega a la misión, a los más pobres y necesitados. Las hermanas que han convido con ella nos han compartido la huella que les ha dejado, trascribimos sus palabras: “ha sido una hermana muy fraterna, con gran sentido comunitario, siempre pensando en lo bueno y positivo de las demás, nunca la oímos hablar mal de nadie”… “su alegría y sentido de fiesta, con gran sabiduría decía la palabra oportuna en cada momento”.
Como hermanas que somos, acogemos con gratitud la huella que ha dejado en su caminar nuestra Hna. Josefina. Se la agradecemos al Señor. Pedimos para ella el gozo eterno. Contamos con su intercesión para que vayamos haciendo realidad la invitación palautiana: “Iré donde la gloria de Dios me llame”.
Hna. Carmen Ibáñez Porcel
Madrid, 6 de febrero de 2017
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