febrero 10, 2013
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Hna Lucía Arriola Albizu

“El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.” 

(Jn.11, 25)

Muy queridas Hermanas:

En la madrugada de este domingo, en el que la liturgia nos invita a “remar mar adentro” y a confiar en la Palabra de Jesús, el Señor ha llamado a nuestra HNA. LUCÍA ARRIOLA ALBIZU, para que participe de su gloria y viva eternamente el gozo y la paz. Una hermana más en este caminar hacia la VIDA, a la casa del Padre. Ella confió siempre y nosotras también reavivamos nuestra fe en su Palabra “el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá”. Nos alegramos porque ya está celebrando, con otras muchas hermanas, la Pascua de Resurrección.

Hna. Lucía nació en Deba (Guipúzcoa) el 19 de marzo de 1920. Profesó en Pamplona el 2 de marzo de 1945. Seguramente que en su vocación de carmelita misionera, además de la llamada del Señor, también influiría el ejemplo de su hermana María Ignacia, ya profesa en nuestra Congregación.

Su paso por el Juniorado de Barcelona fue muy breve, pues en junio de 1945 ya estaba destinada en el Instituto Frenopático de “Les Corts”, Barcelona, donde se entregó con eficiencia y mucho amor al cuidado de los enfermos psíquicos, con la certeza de que en ellos servía a Cristo porque también Él los había amado y curado. La mayor parte de su apostolado de enfermería lo ejerció prácticamente atendiendo a esos enfermos: en tres ocasiones en ese Instituto Frenopático de Barcelona y en otra en el Sanatorio Esquerdo de Madrid. Asimismo, dejó huella de su paso en el servicio a otros enfermos en la Clínica de Ávila, Instituto Nacional de Medicina y en la Clinica Mateo Milano de Madrid; en la Provincia de Barcelona, en La Alianza de Vich y en el Hospital de Gironella; también en el Amparo de Santa Lucía, donde se responsabilizó de atender a las invidentes enfermas. Supo también animar la vida espiritual y comunitaria e impulsar la caridad fraterna de las Hermanas en las comunidades donde ejerció el servicio de Superiora. Finalmente, al cerrarse el Hospital de Gironella, ya jubilada por su edad, fue destinada a la Clínica Solarium, Barcelona, donde colaboró en las tareas de la comunidad y continuó su apostolado con los enfermos, tratando de animarles humana y espiritualmente. Les ayudaba a descubrir el valor redentor del sufrimiento, mientras que ella asumía su propia cruz, hasta que en la comunidad “Santa Teresa”, Enfermería, Casa Madre, Barcelona falleció a los 92 años de edad y 67 de vida consagrada.

Gracias Lucía por tu vida y vocación que han enriquecido el carisma palautiano, por tu sentido de Familia y amor a la Congregación, manifestada en gestos y detalles de cercanía y disponibilidad. Sabemos que estás gozando de la presencia de Jesús y disfrutando de la acogida y bendición del Señor. Ya te habrás encontrado con muchos/as de los/as que has acompañado y cuidado con amor durante los 67 años de vida y misión en el Carmelo Misionero. Que el testimonio de tu entrega reavive en nosotras el fuego vocacional y la pasión por el Reino.

Un fuerte abrazo, en nombre del Consejo Provincial

María Esperanza IzcoMadrid, 10 de febrero de 2013

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