“he corrido hasta la meta, he mantenido la fe…”

El sábado, 10 de febrero de 2018, el Señor llamó a nuestraquerida HNA. MARÍA DEL CARMEN GONZÁLEZ GÓMEZ a celebrar el Banquete del Reino y a disfrutar de la presencia del Padre y de María, Madre del Carmelo, con quienes deseaba encontrase y gozar de su compañía por toda la eternidad. Falleció a los 90 años de edad y 68 de Vida Consagrada, en la comunidad “Santa Teresa” enfermería, Torremolinos (Málaga).

Camino recorrido
Hna. María Carmen nació el 16 de febrero de 1927 en Cebreros (Ávila). Ingresó en el Carmelo Misionero el 24 de febrero de 1948 y profesó el 31 de agosto de 1949 en el noviciado de Pamplona. Durante su trayectoria vocacional realizó diferentes servicios y actividades en varios lugares de la geografía congregacional. En España estuvo en las comunidades de Barcelona-Casa Madre, Beasaín y Pamplona. En el año 1958 partió para Argentina, formó parte de la vida y misión de las comunidades de Wilde, Buenos Aires y Rio Cuarto, en algunas de ellas estuvo en dos etapas diferentes. De Argentina a Roma (Italia) en el año 1973; allí colaboró activamente, con la destreza de sus manos y como la mujer fuerte de la Biblia, en las necesidades de la casa general. Es verdad que su historia ha quedado escrita en el libro de la Vida, pero también en el corazón de muchas personas con las que convivió, trabajó y a los que acompañó. En el 2009 regresa a España y su último destino fue Torremolinos “Santa Teresa”; aquí, como buena abulense y con “el coraje teresiano” fue viviendo, día a día, con la confianza de quien se sabe el manos del Señor, consciente de que “quien a Dios tiene nada le falta”. Aquí y allí se la recuerda con admiración y gratitud.

Huella que ha dejado:
Las hermanas que han convivido con ella en la última etapa de su caminar terrero resumen en pocas palabras la huella que les ha dejado: “mujer entregada sin límites a Dios y a los prójimos; se despidió, tal y como vivió, reflejando en su rostro: acogida, agradecimiento, bondad, cariño, gozo, sencillez, paz”. Realmente es su huella, la que ha ido marcando a lo largo de los 68 años de Carmelita Misionera. Si alguna huella más se puede añadir sería: mujer fiel y disponible, orante y contemplativa, responsable y detallista en la comunidad y en la misión; sensible a las realidades sociales y eclesiales; capacidad de integrar las luces y las sombras de la propia existencia y confiar plenamente en el Dios de la Vida.
En comunión de hermanas oramos por Carmen y damos gracias por su vida. Pedimos por su intercesión, vivir como ella vivió, confiadas en las manos del Padre y queriendo lo que Dios quiere, al estilo teresiano.
Hna. Carmen Ibáñez Porcel
Madrid, 15 de febrero de 2018
0 comentarios