“…he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe…..”
(II Tm. 4,7)

Muy queridas Hermanas:
Con dolor y esperanza os comunico el “paso a la Vida” de nuestra querida HNA. MARIA ROSARIO ORELLA UNZUÉ que falleció al atardecer del día 25 de agosto de 2014. Las palabras de San Pablo: “he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe…” las podemos aplicar a nuestra Hermana, ha llegado a la meta, ya se ha encontrado con Jesús, a quien tanto amó y por quien trabajó durante toda su vida. Con parecidas palabras expresaba ella el final de su carrera, diciendo a su hermana Consuelo, carmelita misionera, el día 25: “Mi jornada termina esta tarde”… Era consciente de que estaba llegando a la meta.
A todas nos ha sorprendido su repentino paso a la Vida. A ella no, ya estaba preparada, tenía la lámpara encendida. Tampoco esperábamos que su fallecimiento fuera en Burgos, pues ella formaba parte de la comunidad de Zaragoza, había venido a pasar unos días en la comunidad “El Carmen” con su hermana Consuelo. Y allí, ha recibido la última llamada del Señor, a sus 80 años de edad y 59 de Vida Consagrada. Este acontecimiento es una nueva invitación a reavivar la fe en el Señor de la Vida y de la muerte que llama cuando quiere y donde quiere; realmente sus caminos no son nuestros caminos.
María Rosario nació en Pamplona el 1 de octubre de 1933 en una familia de vivencia evangélica y amor a la Virgen carmelitana; familia que ha enriquecido al Carmelo Misionero con el don de tres de sus hijas: María Rosario, Consuelo y Teresa. María Rosario ingresó en el noviciado de Pamplona y profesó el 10 de mayo de 1955. En su trayectoria vocacional ha vivido y realizado diferentes actividades apostólicas en las comunidades de Pamplona, Barcelona (Casa Madre), Roma, donde fue ecónoma general del 1966 al 1978, servicio que realizó con gran esmero y responsabilidad; estuvo también en Zaragoza, San Sebastián, Burgos, Bilbao, de nuevo en Zaragoza y los últimos días de su existencia terrena en Burgos, comunidad “El Carmen”. Sus 59 años de vida religiosa han sido un testimonio de creciente fidelidad al seguimiento de Jesús y de entrega generosa a los hermanos, especialmente a los niños en nuestros Colegios, en la catequesis; ha estado siempre disponible para otras actividades en la comunidad o en la misión.
Las hermanas que hemos convivido y trabajado con ella podemos decir que María Rosario era una persona buena de corazón, sencilla y acogedora, atenta y educada en el trato con las personas, amable y bondadosa; muy responsable en los trabajos y servicios que se le han confiado. Mujer de fe profunda y fuerte en el sufrimiento, como lo ha manifestado en el proceso de su enfermedad. Detallista y agradecida, lo fue hasta el final; poco antes de morir expresó su agradecimiento a las hermanas, al personal del Hospital y en ellos, a todos y a todas con las que ha hecho el camino de la vida.
Gracias, María Rosario por tu vida y vocación, por tu entrega y servicio a la Iglesia. Sabemos que estás compartiendo, con todos los elegidos, el Banquete del Reino y nos alegramos de que hayas “recibido la corona de la victoria y entrado en el gozo de tu Señor.” Seguimos contando con tu intercesión ante el Padre. ¡Feliz Pascua eterna!
Un fuerte abrazo, en nombre del Consejo Provincial
María Esperanza Izco
Madrid, 27 de agosto de 2014
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