“Yo soy la resurrección y la vida”.

Con la confianza de saber que el Señor es el Dios de la Vida y de la Resurrección os comunico que el día 7 de noviembre de 2016, fiesta del Beato Francisco Palau, nos dejó nuestra querida Hna. MARGARITA CÍA MARTEACHE. Partió silenciosamente, sin palabras de despedida; realmente su paso a la eternidad nos ha sorprendido.

Camino recorrido
Margarita nació el día 10 de diciembre de 1931 en Mañeru (Navarra) y profesó como Carmelita Misionera el 11 de mayo de 1957 en el noviciado de Pamplona.
Los primeros años de su vida religiosa, del 1957 al 1962, los vivió en las comunidades de Barcelona: Casa Madre y la Alianza.
De allí a Canadá, donde trabajó activamente en Joliette y Montreal.
En el año 1969 fue destinada a Perú y formó parte de las comunidades de Lima: Hospital del Niño, Francisco Palau y El Carmelo.
Regresa a España en el año 1984 y estuvo en varias comunidades: San Sebastián, Salamanca–Juniorado, Burgos “El Carmen”, Santander y Vitoria “Mater Carmeli”, un largo periodo de su vida, en el que desempeñó servicios de responsabilidad, tanto a nivel local, como provincial.
En el 2000 fue destinada a África con el fin de poner en marcha la Delegación Provincial.
A los dos años regresa a Vitoria, donde ha vivido y colaborado con gran responsabilidad en el Consejo Provincial, en la Secretaria, en la comunidad y, de manera especial, en la ONG Prokarde, promoviendo la solidaridad y el espíritu misionero.
Y aquí, en Vitoria, en plena actividad, la ha llamado el Señor. Ya está celebrando la Pascua con todos los santos, hermanas y familiares que la han precedido en la Casa del Padre.

Huella que ha dejado:
Recordamos con gratitud la huella de su vida: el gozo vocacional, la entrega y la disponibilidad.
Su espíritu universal, su presencia y generosidad se ha palpado en diferentes lugares de la Congregación.
Su espíritu misionero y su “buen hacer” con los colaborares de Prokarde y los destinatarios de los proyectos.
Mujer de vivencia teologal, oración y servicio a la Iglesia. Se percibía en sus gestos y palabras el amor al Carmelo Misionero, a las hermanas, a los enfermos y a los que vivían y trabajaban con ella.
Muy responsable y fiel en los servicios y actividades confiadas.
Algunas hermanas del Perú nos han enviado un saludo de cercanía expresando, a la vez, la huella que dejó en la Provincia. Dicen así: “Margarita, tan amada y recordada por nosotras; “cuando ingresé en el Carmelo, su presencia alegre y decidida fue un gran aliento para mí”. “Guardo de ella un hermoso recuerdo de fraternidad y entrega al servicio de todos, especialmente a los enfermos”…
Damos gracias por el testimonio de su vida evangélica y carismática. Oramos por Margarita y esperamos su intercesión; ella nos seguirá acompañando en el seguimiento en fraternidad y en la entrega al servicio del Reino.
Hna. Carmen Ibáñez Porcel
Madrid, 11 de Noviembre de 2016
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