«Yo soy la resurección y la vida»

Muy queridas Hermanas:
En la Vigilia de la Epifanía, con los magos de Oriente llega nuestra Hna. MARTINA BASTIDA GOENAGA al Belén del Cielo para contemplar y adorar al Niño Dios. Ella, descubrió la estrella de la vocación, la ha seguido y se ha encontrado “cara a cara” con Dios hecho Niño, el día 5 de enero de 2013. Por eso, entre los muchos días del año, el de la Epifanía, fiesta de la manifestación y de la universalidad, es el más significativo para su “paso a la Vida”. Tenía 92 años de edad y 70 de Vida Consagrada; falleció en la comunidad “Santa Teresa”, Malagón (Ciudad Real).
Nació en Urrestilla-Azpeitia (Guipúzcoa) el día 15 de febrero de 1920 y profesó en Pamplona el día 28 de febrero de 1942. En la vida de Hna. Martina se percibía vivencia teologal, alegría, acogida, fraternidad, fortaleza y disponibilidad; su testimonio ha quedado grabado en las que hemos convivido con ella. Ha sido una de las personas referentes en la antigua Provincia de Madrid, que contagiaba vida, entrega, generosidad. Se la recuerda por su “buen hacer” en muchos lugares, Ávila, Salamanca, Tenerife, Santurce (Puerto Rico), pero principalmente en Madrid, Sevilla y Malagón, donde ha vivido, trabajado y dejado su impronta, su huella durante muchos años. En Madrid, Clínica “Mateo Milano”, estuvo desde el 1942 al 1958, su actividad fue incansable; en la comunidad, donde era superiora, se respiraba ambiente vocacional, sin palabras contagiaban vocación, carisma, amor a la Congregación y a la Iglesia; tenemos el testimonio de hermanas que nos han contado esta bonita experiencia. Sevilla, Hospital de San Juan de Dios, otro lugar de vida y misión, donde su presencia continúa viva y donde la siguen recordando con gratitud y cariño. Finalmente, en el año 1985 llegó a Malagón, siendo una de las fundadoras. Aquí ha vivido muchos años y se puede comprobar, en este largo tiempo, las mejoras en todos los sentidos; ella “como la estrella de Oriente” ha ido acompañando el camino para mejorar la calidad de vida de los ancianos/as en la Residencia “San Clemencio” y las condiciones del edificio. Mujer de corazón grande y universal, todo lo que recibía, que era mucho, lo daba, era generosa, agradecida y de relaciones cordiales y fraternas con todas las personas.
Tenía un fuerte espíritu misionero, al estilo de Santa Teresita, en cada lugar se sentía misionera; con gestos, envíos y mil detalles alentaba, apoyaba y cuidaba de nuestras misioneras, de sus obras y de los más necesitados en Malawi (África); este espíritu misionero lo ha contagiado a las personas con las que ha vivido y trabajado.
Gracias, Martina por cuanto hiciste en la viña del Señor, por tu vida de fidelidad y servicio, por tu vivencia vocacional y el testimonio de una vida entregada a los demás. Ya habrás escuchado las palabras de Jesús “Ven a recibir la herencia del Reino, porque lo que hiciste al más pequeño, a mí me lo hiciste”.
Damos gracias al Señor por su vida, por lo que ella ha sido para el Carmelo Misionero y para tantas personas a las que ha iluminado y acompañado en su camino hacia Belén, siendo para ellas “luz y estrella”. Pedimos al Padre que la acoja en su Reino de paz y de gozo y que por su intercesión, nos ayude a vivir con actitudes evangélicas y carismáticas y a pasar por la vida “haciendo el bien a todos”.
Un fuerte abrazo, en nombre del Consejo Provincial.
María Esperanza Izco
Madrid, 7 de enero de 2013
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