“Estoy a la puerta y llamo”.

En el mes de agosto, cuando el ambiente nos invita al silencio contemplativo, al encuentro y al descanso, el Señor sigue “activo”, llamando a las puertas de nuestra Provincia. Él nos sorprende siempre, hoy con el inesperado Paso a la Vida de nuestra HNA. MATEA GARCÍA MANGAS. Falleció el día 8 de agosto de 2017, en la comunidad “Santa Teresa”-enfermería, Torremolinos (Málaga). Tenía 89 años de edad y 63 de Vida Consagrada. Las palabras de Jesús “Voy a prepararos un sitio” están siendo una realidad; en la casa del Padre se van reencontrando muchas de las hermanas que caminaron juntas en la geografía provincial durante muchos años.

Camino recorrido
Hna. Matea nació en Siete Iglesias de Trabancos (Valladolid) el 26 de octubre de 1927. Profesó en el noviciado de Pamplona el 2 de marzo de 1954. Recordamos con gratitud su vida y su recorrido en la Congregación. Su primer destino, en diciembre de mismo año de profesar, fue la Policlínica Salvadoreña (El Salvador); en este país vivó y trabajó generosamente durante 27 años; su presencia dejó huella, abrió caminos; su recuerdo sigue vivo. El curso 1981-1982 estuvo en Roma consolidando su formación espiritual y carismática. En 1982 fue destinada a la casa provincial de Madrid, donde realizó, responsablemente, el servicio de ecónoma provincial del 1982 al 1985 y del 1994 al 2002. Ha estado, también, en otras comunidades: “San Carlos”, Torremolinos (Málaga), “Santa Teresa”, Malagón (Ciudad Real), “Madre de la Iglesia”, Madrid y en “Santa Teresita”, Ávila. En el 2013. fue trasladada a Torremolinos, enfermería “Santa Teresa”; allí ha vivido los últimos años de su existencia, dando sentido a “su atardecer” y fortaleciendo su confianza en el Señor; nos dejó en silencio, al final de la jornada, y entró en la casa del Padre con el vestido de fiesta para celebrar la Pascua eterna.

Huella que ha dejado:
La huella de vida que nos ha dejado Matea es el gozo vocacional y el espíritu de servicio; la acogida y la generosidad; el sentido comunitario, provincial y congregacional; su actitud orante y vida teologal. Al recordar a Matea reconocemos y valoramos sus detalles fraternos, la animación comunitaria, su bondad de corazón y el espíritu universal; su responsabilidad y buena gestión de los bienes de la antigua Provincia de Madrid, tenía grandes capacidades para “multiplicar las pesetas”, como ella decía, y “proveer” de lo necesario a las comunidades y a la misión. En la última etapa, a pesar del deterioro cognitivo, pasaba la mayor parte del día rezando, y como no podía hacer otra cosa, oraba por todo y por todas.
Gracias Matea por la huella de tu vida y por tu servicio a la Congregación, a la Iglesia y a tantos hermanos que encontraste en el camino. Pedimos al Señor que te acoja en su Reino de amor y de paz, de bondad y misericordia infinita. Esperamos que sigas intercediendo por nosotras ante el Padre.
Hna. Carmen Ibáñez Porcel
Madrid, 10 de agosto de 2017
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