“Estoy a la puerta y llamo”.

Un saludo de fraternidad para todas y la comunicación del paso a la Vida de nuestra HNA. BENIGNA CRUCHAGA MARCOS. Estamos iniciando el año 2018 y comenzamos a celebrar, con sentimiento de dolor y esperanza, el misterio Pascual que se hace vivible en las hermanas que, con su lámpara encendida, nos van precediendo en la casa del Padre. Hna. Benigna falleció el día 14 de enero de 2018 en la comunidad “San Juan de la Cruz”, Zizur (Navarra). Tenía 93 años de edad y 70 de Vida Consagrada.

Camino recorrido
Hna. Benigna nació en Garde (Navarra) el día 13 de febrero de 1924 y profesó como Carmelita Misionera el 3 de marzo de 1947 en el noviciado de Pamplona. Muchas hermanas recuerdan su vida y misión y han disfrutado de su compañía y detalles fraternos. Estuvo en Pamplona, Santander, Madrid-Clínica “Mateo Milano”, Oviedo, Vitoria “Virgen Blanca”, Zaragoza “San Antonio” y “El Carmelo”, en Pamplona “San Jose” y en la comunidad de Zizur (Navarra); el año 1993 fue destinada a esta comunidad y aquí ha estado hasta que el Señor la llamó a participar en el banquete eterno. Su principal actividad ha sido la enfermería, el cuidado de los enfermos en las Clínicas y la atención a las hermanas mayores; ha colaborado activamente, hasta unos meses antes de su partida a la casa del Padre, en servicios comunitarios, especialmente en la portería donde acogía y atendía a las personas con delicadeza.

Huella que ha dejado:
La fidelidad vocacional y el gozo de ser Carmelitas Misionera. El sentido de familia y de fraternidad, el interés y el compromiso congregacional. La acogida y bondad de corazón. La actitud orante y su vivencia teologal; ha partido a la casa del Padre sin hacer mucho ruido, sostenida por la fe y la confianza en el Señor. Su sencillez, apertura y buenas relaciones. La responsabilidad en el trabajo, su disponibilidad y servicio en la comunidad a pesar de sus limitaciones físicas. La capacidad para acoger la voluntad de Dios en su vida. María, la Madre del Carmelo, sostenía su fíat constante; de ella se fiaba y a ella confiaba su ser y quehacer diario.
En comunión de hermanas de su comunidad damos gracias al Señor por la huella de su caminar comunitario y de su servicio al Reino. Oramos por ella y le deseamos la plenitud de la VIDA. Contamos con su intercesión; que ella nos ayude a crecer en el Amor y a ser testigos del Resucitado.
Hna. Carmen Ibáñez Porcel
Madrid, 14 de enero de 2018
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