Szczęść Boże! ¡Que Dios os bendiga!
i la nieve de estos días, que no ha sido poca, nos ha impedido llegar hasta las hermosas montañas de Trzebinia (Polonia) y encontrarnos con Hna. María Pilar González. Leonesa de nacimiento, italiana de juventud y polaca en su madurez.
El cariño por la congregación y su sencillez y entrega son el mejor pasaporte para cruzar fronteras y como Pablo hacerse toda a todos.
Querida Pilar, Carmelita Misionera, ¿Por qué?
Porque responde a mis anhelos, vivir día a día unida a Jesús y desde Él vivir acontecimientos, personas, situaciones del mundo y de mis hermanos. Ser contemplativa y misionera. Testimoniar con mi vida, con mi alegría el amor de Jesús y la ayuda a los hermanos. Ir allí donde Dios me llama, de hecho estoy en esta tierra polaca, donde Dios me ha colocado y en la cual descubro y vivo la riqueza de su cultura y sus gentes.
¿Recuerdas tus primeros pasos en Polonia. Momentos significativos, personas…?
Mi destino a Polonia, en el 1992, fue un cambio radical en mi vida en todos los sentidos. Al principio no fue fácil. Yo venía del Colegio de Roma, en aquel tiempo trabajábamos además en la parroquia y en los distintos apostolados. El llegar a un País y no poder realizar muchas cosas es duro, pero entendí que no es lo que hago, sino lo que soy, y lo entendí desde el corazón. Esto me ayudó mucho. También comprendí que es muy importante ser abierta, orientar las “antenas” para captar la cultura, las costumbres, las personas, todo en una perspectiva de aceptación y de enriquecimiento porque siempre hay mucha riqueza en cada pueblo. Tengo que decir que desde el principio me encontré con mucha acogida por parte de las hermanas, las jóvenes que iniciaban el camino en el Carmelo Misionero y la gente que es muy acogedora.
¿Qué significa en tu vida Trzebinia?
Trzebinia en estos años es centro de mi vida donde realizo mi ser de Carmelita Misionera en todos los sentidos. Trzebinia tiene historia, es la primera casa, es fundamento, raíz de la primera semilla del Carmelo Misionero en Polonia. Es como un arbusto fresco, que crece y se expande, esperamos que pronto llegue a ser como un árbol florido. Trzebinia es un pueblo pintoresco, rodeado de montañas, de verde, de vida. Aquí vienen con mucho gusto gente de toda Polonia: jóvenes, sacerdotes, matrimonios para días de retiro. Vienen buscando momentos de encuentro con Dios, de oración, de silencio. Podemos decir que Trzebinia es como un centro de irradiación espiritual de nuestro carisma.
Si tuvieras que elegir algún momento significativo de tu vida, ¿cuál elegirías?
Un momento significativo fue mí venida a Polonia y poco a poco mi enraizamiento en esta tierra. He venido con todas las consecuencias y aquí estoy porque creo que es el Señor que dirige nuestros caminos y nos pone allí donde Él cree que tenemos que estar.
¿Cómo ves la Vida Religiosa en Polonia y concretamente donde tú vives?
La vida religiosa aquí es aún un signo fuerte para la gente. Hay congregaciones con una fuerte tradición y con un bagaje histórico considerable. Hay otras congregaciones más internacionales como la nuestra. Pienso que la vida religiosa en Polonia, en estos últimos años, está dando un cambio fuerte y va buscando caminos nuevos para responder a las distintas necesidades. Aquí hay un porcentaje alto de religiosos y religiosas jóvenes al contrario que en la parte occidental de Europa caracterizada por un envejecimiento. En Polonia aún hay vocaciones, la Iglesia está abierta a la misión ad gentes y envía sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas en países de misión.
¿Cómo definirías vuestra comunidad?. ¿Cómo os ve la gente del entorno?
Mi comunidad es una fraternidad apostólica donde cada día intentamos construir la comunión y vivir en generosidad y aceptación mutua. Es una comunidad abierta, alegre, cercana, capaz de acoger a todo el que llame a nuestra puerta y ofrecer lo que tenemos. Además todas al unísono estamos abiertas a acoger a las jóvenes en búsqueda, que quieren hacer experiencia de nuestra vida. Muchas jóvenes pasan por nuestra comunidad. Mucha gente viene a visitarnos, pedir oraciones, ayuda y también para colaborar en los proyectos misioneros y solidarios que organizamos. La gente nos ve fraternas, sencillas y acogedoras, y con un no sé qué de espiritual y de presencia de paz.
Completa la frase: las Carmelitas Misioneras en la Iglesia de Polonia tienen que ofrecer…
… nuestro carisma de comunión eclesial y nuestra espiritualidad contemplativa-misionera. Hacer comprender que todos somos Iglesia y formamos parte de este Cuerpo. Es lo que intentamos construir a través de los distintos encuentros con jóvenes, con matrimonios, con sacerdotes etc. Todas las actividades de nuestra Casa de Oración “Vedrá”, están dirigidas a este objetivo.
Para concluir: háblanos de tus sueños. ¿Qué anhelas en la vida?
Anhelo seguir viviendo cada vez con más plenitud mi ser de carmelita misionera. Darme a los demás con todo lo que soy y Dios me ha dado. Anhelo y sueño un Carmelo Misionero en Polonia floreciente, rico de vocaciones y de comunidades apostólicas que puedan dar respuesta a todos los desafíos actuales de este pueblo.
Os saludo de corazón: Szczęść Boże! ¡Que Dios os bendiga!
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