octubre 18, 2013
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Hna Teresa Irureta Unanue

“…Dichosos lo que viven y mueren en el Señor…”

Muy queridas Hermanas:

Con la esperanza en la Resurrección os comunico que tenemos otra intercesora ante el Padre, nuestra querida Hna. María Teresa Irureta Unanue. Falleció el día 16 de octubre de 2013, en la comunidad “San José” San Sebastián. Tenía 94 años de edad y 65 de Vida Religiosa. Nació en Azkoitia (Guipúzcoa), junto a Loyola, cuna de San Ignacio, el 25 de mayo de 1919, en una familia sencilla y profundamente creyente, de honda tradición y vivencia carmelitana. El 24 de agosto de 1946, ingresó en el Carmelo Misionero en el que ha vivido una larga historia de fidelidad y servicio al Reino.   

Su vida y misión se han desarrollado en distintas comunidades: Deva, donde vivió y trabajó en el Asilo San Roque y en el Colegio Santa Teresita; en Medina del Campo estuvo en dos etapas diferentes, los P.P. Carmelitas guardan un recuerdo agradecido, así lo ha expresado el P. Miguel Márquez, Provincial OCD de Castilla; en San Sebastián-Amara fue una de las fundadoras de la comunidad y vio levantar el edificio del Colegio “Niño Jesús de Praga-El Carmelo”. En Santander estuvo varios años y por último en San Sebastián donde ha regalado a la comunidad los últimos 29 años de su existencia y el testimonio de una vida gozosa y entregada.

Del paso por las comunidades destacamos que, casi siempre, estuvo en ambientes pobres y humildes; haciendo referencia a los primeros tiempos en Deva decía: «Vivíamos pobremente… pero éramos felices». Y estas palabras quizá definan bien a nuestra Hermana, su presencia y su misión ha sido sencilla y sin grandes brillos: atendiendo a los niños en Medina, a los ancianos en Santander, cosiendo ropa, atendiendo el trabajo de la cocina o las limpiezas… ayudando a todos/das y haciéndoles la vida un poco más agradable.

Las hermanas que han convivido con Teresa comentan que era una persona buena, alegre, bondadosa, sensata, inteligente y desenfadada. Tenía capacidad para la vida comunitaria, hacía fácil la convivencia, sabía estar callada cuando realmente era mejor callar y sabía decir una palabra en el momento oportuno con la tranquilidad que dan los años y la mucha vida a las espaldas. Llamaba la atención su vitalidad y, a pesar de sus 94 años, no se había parado en el pasado, estaba muy atenta al presente, a las noticias, a los nuevos signos de los tiempos; en su memoria guardaba cada uno de los acontecimientos vividos a su alrededor. Con ella se podía hablar tranquilamente de lo de antes, lo de ahora o lo de mañana porque para ella el futuro seguía siendo importante.

Los últimos meses de Teresa han sido como fue su vida. Ha pasado a la eternidad sin hacer mucho ruido, aceptando conscientemente el tiempo que le tocaba (tiempo de irse), sin dejar de pensar en los demás, con una sonrisa siempre que podía y con la fe puesta en Aquel a quien había entregado su vida hace muchos años.

Para su comunidad ha sido una suerte acompañarla en los últimos momentos de su vida; les queda un agradecimiento grande por su testimonio en la vida y también en la enfermedad y la muerte. Reconocen que con su actitud, les ha enseñado lo que el Señor puede hacer en la persona cuando ésta se abandona confiadamente en sus manos.

¡Gracias! Teresa, sigues muy presente entre nosotras. Deseamos que ya estés disfrutando de la paz junto al Señor de la Vida. Sabemos que estarás muy atenta a lo que nos vaya aconteciendo y esperamos que intercedas ante el Padre por el Carmelo Misionero, la Iglesia y tantos hermanos sufrientes y necesitados.

Con cariño, en nombre del Consejo

María Esperanza Izco
Madrid, 18 de octubre de 2013

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