Fundación de Ciudadela (Menorca).
Ciudadela era campo abonado para iniciar una fundación de hermanas: “Dejé la Ciudadela muy entusiasmada a nuestro favor”, de ahí que Francisco anime a Juana, a disponer su espíritu para emprender viaje con el fin de establecer en aquella Villa, la primera comunidad.
Contaba para ello, con el inestimable apoyo del Obispo de Menorca, D. Mateo Jaume y Garau. Juana, llena de confianza en el Señor, se desplazó a la Isla en marzo de 1861.
Acogiendo la recomendación del Fundador:”Hemos de entrar por la puerta que Dios abra, sea donde quiera”, se instaló en la casa del ‘Santo Cristo’, junto con dos compañeras. Por lo reducido del local, tantearon nuevas alternativas de domicilio con las mismas carencias de espacio.
Por otra parte, para poner en marcha la orientación apostólica que el Fundador deseaba imprimir a su Obra: ‘armonizar vida contemplativa y acción apostólica’, se requerían locales adecuados.
Ante la imposibilidad de contar con casa propia, tuvieron que establecerse en sendas viviendas para iniciar la nueva experiencia apostólica. Habitando en domicilios separados se presentaron dificultades inherentes a este ‘singular’ modo de vida comunitaria, por lo que no pudiendo afrontar la diversa problemática surgida, no tardó en apoderarse el desánimo entre las hermanas, incapaces de hacer frente a la situación.
Se fue iniciando un éxodo de miembros, culminando con el cierre definitivo de la comunidad en 1884.

”Hemos de entrar por la puerta que Dios abra, sea donde quiera»
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