Publicado en LUBARRI. Junio 2015. Revista trimestral del APA del Karmelo Ikastetxea (Donostia)

De nuevo se nos ha pasado el curso volando y ya están ahí las vacaciones de verano. La mente y el corazón se centran en preparar o en soñar estas vacaciones que llaman a nuestra puerta.
Para niños y mayores la primera carta de presentación de las vacaciones es que son una especie de evasión, un tiempo libre de compromisos y cuyo fin principal es divertirse, pasarlo bien y así hasta que se acaben.
¿Habéis caído en la cuenta de que tenemos en Dios un aliado del descanso?, ¿de las vacaciones? Ex31,12-13 “Habló Dios a Moisés diciendo: “Habla tú a los israelitas y diles: No dejéis de guardar mis sábados; porque el sábado es una señal entre Dios y vosotros, de generación en generación, para que sepáis que yo, Yhavé, soy el que os santifico”.Jesús, muchas veces invitó a sus discípulos a descansar: “Y Jesús les dice: Venid vosotros solos aparte, a un despoblado, y descansad un poco. (Es que eran tantos los que llegaban y venían, que ni siquiera para comer encontraban un momento oportuno)”Mc 6, 31. Las vacaciones, el descanso, nos ponen de relieve que las personas no estamos hechos para producir y tener. Los seres humanos, estamos hechos para “ser” y podemos aprovechar nuestras vacaciones para descansar enriqueciéndonos nosotros mismos y enriqueciendo a los demás.
Te invito, y me invito, a hacer del tiempo de vacaciones:
un tiempo de reflexión y oración
un tiempo de enriquecimiento personal y familiar
un tiempo para hacer algo por los demás
Dios nos invita a descansar en este mundo complicado y de crisis, nos invita a disfrutar y a hacer disfrutar a aquellos que tenemos a nuestro alrededor. Dios pone gozo y alegría en nuestro camino y nos preguntará al final de estas vacaciones: ¿lo has encontrado? ¿has ayudado a otros a encontrarlo? En todo momento busquemos el camino del gozo, que pasa por el amor a uno mismo, a los demás, y a Dios. Que nadie te robe el gozo del regalo de la vida.

¿Conocéis la leyenda del Indio Figueredo? El indio Figueredo es uno de los primeros arpistas del llano venezolano. A la edad de 11 años ya sacaba las primeras notas de una arpa colombiana.
Pronto se hizo célebre y no había fiesta, ni baile, en el llano sin el arpa mágica del maestro Figueredo. Recorría la llanura de pueblo en pueblo, anunciando y posibilitando la fiesta. Él, sus mulas y su arpa, por los infinitos caminos del llano. Una noche, tenía que cruzar un bosque espeso y allí lo esperaron los bandidos. Lo asaltaron, lo golpearon salvajemente hasta dejarlo por muerto y se llevaron las mulas y el arpa. A la mañana siguiente, pasaron por allí unos arrieros y encontraron al maestro Figueredo cubierto de moretones y de sangre. Estaba vivo pero en muy mal estado. Casi no podía hablar. Hizo un increíble esfuerzo y llegó a balbucear con unos labios entumecidos e hinchados: «Me robaron las mulas». Volvió a hundirse en un silencio que dolía y, tras una larga pausa, logró empujar hacia sus labios destrozados una nueva queja: «Me robaron el arpa». Al rato, y cuando parecía que ya no iba a decir más nada, empezó a reír. Era risa profunda y fresca que, inexplicablemente salía de ese rostro desollado. Y en medio de la risa, el maestro Figueredo logró decir: « ¡Pero no me robaron la música!».

“Recorría la llanura de pueblo en pueblo, anunciando y posibilitando la fiesta”. Imagino al Maestro Figueredo como el apóstol de la alegría. Así sueño yo estas vacaciones porque “profetas de calamidades” sobran. No dejemos que nadie “nos robe la música”, la alegría de quien se sabe ante todo, y sobre todo, “hijo muy amado de Dios” ¡Pues lo somos! (1ª Ju 3,1)
Un “profeta de la alegría” no espera que pasen grandes cosas en su vida para actuar. Un “profeta de la alegría” lo es en cada pequeño acontecimiento de su vida. Nos asombraríamos al caer en la cuenta del poder que tiene una sonrisa. Sí, una sonrisa…
una SONRISA no cuesta nada y produce mucho. Enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes la dan. No dura más que un instante, pero su recuerdo a veces es eterno.
Nadie es demasiado rico para prescindir de ella. Nadie es demasiado pobre para no merecerla. Da felicidad en el hogar y apoyo en el trabajo. Es el símbolo de la amistad.
Una sonrisa da reposo al cansado. Anima a los más deprimidos. No se puede comprar, ni prestar, ni robar, pues es una cosa que no tiene valor, hasta el momento en que se da.
Y si alguna vez se tropieza con alguien que no sabe dar una sonrisa más, sea generoso y dele la suya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como el que no puede dársela a los demás.
¿Qué me dices? ¿se puede o no se puede? ¿dudas? Entonces te animo a que de vez en cuando hagas la ORACIÓN PARA PEDIR EL BUEN HUMOR. Esta ORACIÖN es original de Santo Tomás Moro, el patrono de los políticos (sí, lo políticos también tienen “patrono”)
Concédeme, Señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa
que sepa aprovechar lo que es bueno y puro,
para que no se asuste ante el pecado,
sino que encuentre el modo de poner
las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
las murmuraciones, los suspiros y los lamentos
y no permitas que sufra excesivamente
por ese ser tan dominante que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría
y pueda comunicársela a los demás.
Os deseo un descanso reparador y feliz que nos ayude a SER cada día más PERSONA y AMIGO, AL ESTILO DE JESÚS DE NAZARET.
Mª Victoria (Charo) Alonso
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