Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
me forzaste, me pudiste.
La palabra de Dios se me volvió
escarnio y burla constantes,
y me dije: No me acordaré de Él.
Pero sentía la palabra dentro
como fuego ardiente
encerrado en los huesos. (Jr 20, 7-9)

Documentación: Me has seducido
0 comentarios