Este verano he tenido la suerte de viajar a Perú por sexta vez. Suerte sí, porque desde que en 2006 estuve allí por primera vez, Perú se ha convertido en algo importante para mí. Indudablemente ha marcado un antes y un después en mi vida. Es difícil explicar con palabras los sentimientos y emociones que he vivido allá en todo este tiempo y en todos estos viajes.
En julio y agosto de 2006 fui a vivir una experiencia misionera, la primera para mí. Imaginaba que sería algo bonito y especial, lo que nunca llegué a pensar es que 7 años después esa experiencia hubiera marcado mi vida de la manera que lo ha hecho. En 2008 pedí una excedencia laboral y viví allá durante 6 meses pasando las Navidades más especiales que jamás he vivido. En 2009 regresé un mes. En 2010 me llevé a mis padres a conocer esos lugares y esa gente maravillosa. En 2011 dos amigos me acompañaron llegando hasta la selva. Y en 2012 otro buen amigo ha querido conocer aquello de lo que tanto y tan bien le hablo a todo el que quiera escuchar.
Las CM tienen diferentes misiones en Perú, y es en la casa de acogida “Juana Gratias” de Quellouno donde a mí me tocó vivir en 2008 con 30 jóvenes de comunidades campesinas alejadas, en las que no existe colegio alguno. Terminando el colegio con buenos resultados surgía la duda de qué hacer. Ellos decían que querían estudiar, pero sus familias no tenían recursos económicos. Y es cuando pensé como podría apoyarles. Viajé a Cuzco y busqué institutos, cuartos de alquiler, universidades, hogares… siempre teniendo en cuenta que la financiación era una incógnita que aún estaba por resolver. Así es como decidí elaborar un proyecto y presentarlo a Prokarde. Pero Prokarde atiende y apoya necesidades en todo el mundo, y aunque un año pudo apoya económicamente el proyecto no pudo hacerlo durante más tiempo. Así que hubo que buscar otras vías. Y así es como entre TODOS hemos conseguido que estos jóvenes hayan estado hasta el momento 4 años en Cuzco.
Los resultados hablan por sí solos. Marco terminó cocina y trabaja en Quellouno, paga su alquiler y no tiene un mal sueldo. Vanessa terminó Administración, puso en marcha (con su novio Edy) una pizzería que el 18 de agosto cumplió un año, y envía algo de dinero a su madre en Quellouno. Yorleni se ha graduado el pasado 24 de agosto en Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras, trabaja en un Hotel y en el Scotiabank, y habla inglés además de Quechua. Por otro lado, Zaida trabaja en una tienda de artesanía por las mañanas y estudia por las tardes, Noemí estudia por las mañanas y trabaja por las tardes en una pollería, Isabel sigue con sus estudios de Ingeniería Agrónoma en la Universidad San Antonio Abad y Yovanna trabaja en un hotel mientras afronta el último semestre de su carrera de Administración.
¿Podíamos soñar hace 4 años con que la situación de cada una de estas personas fuera la que es ahora? Siempre se puede soñar, pero realmente era difícil y complicado que se cumpliera. Hoy es el día en el que me siento orgulloso de cada uno de ellos. Feliz por verles a ellos felices. El camino ha sido duro y difícil, con momentos buenos y otros muy complicados, pero al final viendo cómo están ahora puedo decir que todo ha merecido la pena.
Obviamente es mucha la gente que de una manera u otra se ha implicado en este proyecto, y vayan desde estas líneas mi profundo y sincero agradecimiento.
Gracias a las CM, las de Perú por hacer un seguimiento y apoyar a los jóvenes en el día a día, y las de mi colegio de San Sebastián por permitirme vivir esos meses en Quellouno que fue cuando se gestó el proyecto.
Gracias a mi familia que siempre ha entendido mi inquietud y me ha apoyado en todo momento.
Y gracias a todos vosotros, Maite, Asier, Rakel, Ricar, Isabel, José, Aurora, Gorka, Lucia, Borja, Arantxa, Antxon, Marta, Mikel, Silvia, Jon, Elena, David, Mónica, Fran, Teresa y tantos que me dejo y sin los que todo esto no hubiera sido posible. Sois parte de este cambio en la vida de estos jóvenes. Sentiros participes de algo grande.
Iván Rosset



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