Virgen del Carmen

Los Carmelitas celebramos a la Virgen del Carmen

Historia de la Devoción a la Virgen del Carmen

El Monte Carmelo ha sido siempre un monte sagrado.

El profeta Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios único y lugar de encuentro con el Señor.

En tiempo de las Cruzadas, ermitaños cristianos inspirados por la vida y espíritu del profeta, se acogieron en las grutas de aquel monte reuniéndose en torno a una iglesia que dedicaron a la Virgen María, tomándola como patrona de su grupo. Ellos fueron los primeros que levantaron un templo a la Virgen María en la cumbre del Monte Carmelo, en el lugar mismo desde donde Elías vio la nube, que figuraba la fecundidad de la Madre de Dios.

Estos religiosos se llamaron «Hermanos de la Bienaventurada Santa María del Monte Carmelo».

Llegados de Oriente a Europa en el siglo XIII, extendieron la devoción a María bajo la advocación del Carmen; Innocencio IV aprobó la regla de los hermanos en 1245, bajo el generalato de San Simón Stock.

Dicen que el 16 de julio de 1251, la Virgen María se apareció al Padre General, y le entregó el hábito que había de ser su signo distintivo. El Papa Inocencio IV bendijo ese hábito y le otorgó varios privilegios, no sólo para los religiosos de la Orden, sino también para todos los Cofrades de Nuestra Señora del Monte Carmelo: protección, estímulo de imitación y promesa de salvación.

Quien lleva el escapulario, que es la reducción del que llevan los Carmelitas, participa de todos los méritos y oraciones de la Orden y pueden esperar de la Santísima Virgen verse pronto libres del Purgatorio, si hubieran sido fieles en observar las condiciones impuestas para su uso.

Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA – Elías oró y el cielo dio su lluvia

Lectura del primer libro de los Reyes 18, 41-46

En aquellos días, Elías dijo a Ajab: «Vete a comer y beber, que ya se oye el ruido de la lluvia». Ajab fue a comer y beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo; allí se encorvó hacia tierra, con el rostro en las rodillas, y ordenó a su criado: «Sube a otear el mar». El criado subió, miró y dijo: «No se ve nada». Elías ordenó: «Vuelve otra vez». El criado volvió siete veces, y a la séptima dijo: «Sube del mar una nubecilla como la palma de una mano». Entonces Elías mandó: «Vete a decirle a Ajab que enganche el carro y se vaya, no le coja la lluvia». En un instante se oscureció el cielo con nubes empujadas por el viento y empezó a llover. Ajab montó en el carro y marchó a Yizreel. Y Elías, con la fuerza del Señor, se ciñó y fue delante de Ajab, corriendo hasta la entrada de Yizreel.

SALMO RESPONSORIAL     Sal 14,1.2-3.4

V. Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.

R. Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.

V. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
    y habitar en tu monte santo?

R. Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.

V. El que procede honradamente y practica la justicia,
    el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.

R. Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.

V. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
    el que considera despreciable al impío
    y honra a los que temen al Señor.

R. Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.

SEGUNDA LECTURA – Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7

Cuando se cumplió el tiempo envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como son hijos, Dios envió a sus corazones al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba! ¡Padre!. Así que ya no eres esclavo, sino Hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

ALELUYA Lc 11,28

Aleluya.

      Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.

Aleluya.

EVANGELIO – Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

Lectura del santo Evangelio según San Juan 19, 25 – 27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María la Magdalena.

Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego dijo al discípulo:

«Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

CANCIÓN CARMELITANA

Flor del Carmelo

Documentación:  Salve a la Virgen del Carmen

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