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Cuaresma: Miércoles de Ceniza

… Tu Padre ve en lo secreto…

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

“Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Carta de Ángel Moreno Buena fuente para la cuaresma de 2014

Ven, vuelve de tu posible camino errado, de tu camino emancipado e independiente, de tus días distraídos, de tu quehacer empeñado un tanto autosuficiente.

Ven, vuelve, te estoy esperando con palabras amables, con gestos de amor, con mirada de misericordia, con todo dispuesto para cenar juntos.

Ven, vuelve, no te justifiques en que lo has intentado otras veces y en que te parece un tanto frívolo y hasta algo cínico acogerte a mi ofrecimiento de amor incondicional.

Ven, vuelve, no resistas en tu mala memoria, que te secuestra y puede hacerte daño, porque crezca dentro de ti un muro y una distancia que no mereces.

Ven, vuelve, mírame, estoy con los brazos abiertos, con las palmas de mis manos llagadas, pero luminosas, para que no te dé pudor contarme las heridas que has sufrido a lo largo del camino.

Ven, vuelve, ten la seguridad de que no te echaré en cara tus pasos perdidos, tus horas muertas, tus días vanidosos, tus relaciones egoístas, tus torpes pensamientos, tus deseos oscuros.

Ven, vuelve. ¡Si supieras la alegría que me darías si creyeras en mi palabra y no te resistieras, justificándote en tu pobreza y debilidad, que es la tentación del Malo con capa de humildad!

Te ofrezco la paz interior, la que nace de saberte perdonado, envuelto en misericordia que impide mirar hacia atrás, porque solo existe el presente en el amor.

Te ofrezco la alegría del corazón, la serenidad del alma, la anchura en las entrañas, la felicidad posible, que nadie puede arrebatarte.

Te ofrezco mi Palabra de vida, compañera y guía de camino, oportuna, fiel, encontradiza en el momento necesario.

Te ofrezco mi amistad, que caminemos juntos y progresemos en el trato que te dejará gustar la dulzura del bien en mi presencia.

Te ofrezco mi propio cuerpo y sangre, mi entrega total, sin factura, mi donación irreversible, porque te quiero.

Te ofrezco mi amor, mi declaración irresistible. ¡Si tú supieras que estoy loco por ti! ¡Si te creyeras por un instante el amor que te tengo!

Ya queda todo de tu parte. Yo te espero siempre.

Documentación:  Liturgia de la Palabra

Documentación:  Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014

Documentación:  Cuaresma: Tiempo de carga

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