
“El que acumula recuerdos felices en su infancia, ése ya está “salvado”para siempre” (Dostoievski)
La infancia es tiempo para jugar, para la experimentación, para la fantasía, para la exploración. Todo es nuevo. Todo es curioso. Ningún lugar es demasiado peligroso, ningún objeto demasiado valioso, ningún obstáculo resulta insalvable. El niño, tantea su camino sin miedo, mirando, escuchando, respondiendo. El misterio que el niño busca es el misterio en sí.
No existiendo aportaciones autobiográficas, transcribimos datos proporcionados por sus biógrafos basados en testimonios de quienes le conocieron y trataron:
“Se formó su espíritu religioso en el hogar; era el primero en obedecer a sus padres y en su docilidad a las indicaciones del maestro”
“Formaba parte del coro parroquial, junto con su padre, cantando en las misas solemnes y en las vísperas de domingos y días de fiesta. En ciertas solemnidades participaba de las procesiones por las calles de la Villa cantando el rosario de la aurora”
“En el rezo del rosario en familia, después de las faenas del campo, era el más entusiasta de los hermanos en esta devoción, llevando el coro en el rezo, con vivas muestras de alegría“
“Muy temprano manifestó tener muy buena índole, despertándose en él mucha inclinación a las letras; por lo que sus padres tuvieron buen cuidado en hacerle frecuentar la escuela de su villa natal Las aptitudes y talento de que dio pruebas fueron tales que, su maestro, D. Judas Tadeo, aconsejó vivamente a sus padres le facilitaran cursar estudios superiores.
”En la escuela primaria se inició en el arte del dibujo, del que tan aficionado era y lo mantuvo en el transcurso de los años que hubo de pasar en soledad” (P. Alejo).
“Con frecuencia se privaba de los postres para darlos a los pobres o a otros compañeros” (Rosa Benet)
“En los primeros meses de su vida en el Seminario, solía ir con frecuencia su hermana Rosa a arreglarle la cama, y pudo percatarse de que su hermano dormía sobre ramas de olivo o trozos de leña que ocultaba bajo las sábanas” (P. Gregorio)
Lo que vive el niño durante el tiempo que transcurre en trato continuo con la madre, el padre, los hermanos, etc. se graba profundamente en su ánimo. Estas experiencias forman la base de los sentimientos, posiciones y tendencias posteriores. Lo que le niño aprende en sus primeros años, en el propio ambiente, determina, de forma notable, el desarrollo posterior de su vida.
El niño que fue, determina los problemas, deberes y necesidades con los que ha de luchar de adulto.
Conuelo Orella
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